De hórreos y paneras de Serín

Hubo un tiempo no muy lejano, aún a finales de 1950, en que era posible hacer un estudio sistemático y exhaustivo de los hórreos y las paneras aquí, a las puertas de Gijón ciudad, centrándose en Serín y pasando por San Andrés de los Tacones, Fresno, Monteana, Veriña, Aboño, Jove, por un lado y Tremañes, Roces, Porcello, Veranes, La Abadía, Logrezana, Tamón, El Valle, Guimarán, Pervera, Carrió... llegando hasta Llanera. Más de mil unidades se podían comparar, viendo cómo los hórreos más antiguos se asentaban cerca de las casas y las paneras aparecían próximas a las quintanas y ya más cerca los hórreos con corredor, éste al principio añadido al hórreo viejo y más tarde concebido desde el principio.

Artículo puesto en línea el 3 de enero de 2007

por Prenseru

03/01/07 La Nueva España

GIJÓN

De hórreos y paneras de Serín

FERNANDO ÁLVAREZ

Hubo un tiempo no muy lejano, aún a finales de 1950, en que era posible hacer un estudio sistemático y exhaustivo de los hórreos y las paneras aquí, a las puertas de Gijón ciudad, centrándose en Serín y pasando por San Andrés de los Tacones, Fresno, Monteana, Veriña, Aboño, Jove, por un lado y Tremañes, Roces, Porcello, Veranes, La Abadía, Logrezana, Tamón, El Valle, Guimarán, Pervera, Carrió... llegando hasta Llanera. Más de mil unidades se podían comparar, viendo cómo los hórreos más antiguos se asentaban cerca de las casas y las paneras aparecían próximas a las quintanas y ya más cerca los hórreos con corredor, éste al principio añadido al hórreo viejo y más tarde concebido desde el principio.

Fue la llegada del maíz la que determinó el futuro y desarrollo primero del hórreo y después del perfeccionamiento de la panera, que nació como hórreo grande, de seis pegollos y sin corredor tanto en Asturias como en Galicia. Se supone que la llegada del maíz fue alrededor del año 1604. El cereal traído desde América, en donde era el principal alimento de los indígenas, cambió la base alimenticia en ambas regiones, sometidas a hambrunas terribles cuando su alimentación era a base de castañas y el cultivo de cereales se limitaba a la escanda y al poco trigo que eran capaces de producir las inadecuadas tierras. Hasta entonces era el hórreo el principal granero, destinado a guardar y proteger los frutos en toda la Europa fría y, cómo no, en la cordillera Cantábrica. Un hórreo primitivo, pequeño, siempre de madera, aislado del suelo por elementos verticales de madera o piedra rematados por una losa horizontal del mismo material, cuyo nombre de «tornarratas» indica bien a las claras su función.

Dijo José Ignacio Gracia Noriega en un artículo publicado precisamente hace ocho años, el 29 de diciembre de 1998,que «dos actas notariales de finales del siglo XVI, aportadas por Marino Busto (el siempre recordado y querido amigo, cronista del concejo de Carreño) documentan que en 1598 ya se conocía el cultivo del maíz en el concejo de Carreño. Hasta aquella fecha se suponía que el primer maíz había sido traído a Asturias, en tres cofres de cedro negro, por Gonzalo Méndez de Cancio, gobernador y capitán General de la Florida entre 1597 y 1603 y que se aclimató por vez primera en las vegas de Bría hacia 1605. Se suponía, pero no está demostrado, que se empezó a cultivar en Tamón y Perlora el año 1603».

Por su parte, en la vecina Galicia se sabe que el maíz aparece sembrado en 1604, traído, también de América, por el almirante Gonzalo de Castro y su esposa Magdalena de Luaces, siendo sembrado por primera vez en tierras de Mondoñedo.

En ambas regiones el maíz se sembró en parajes con el mismo paisaje, próximo a la mar, en valles extensos y de clima húmedo y suave. Los habitantes de ambas regiones tenían una vida durísima en lo que concierne a la alimentación y una similar agricultura, de forma que el hórreo era uno de los elementos más importantes de su organización y el exponente de la capacidad productiva de la familia. Las llegadas del maíz y de la patata, simultáneas, cambiaron la situación por completo y la de la patata (originaria de los Andes chilenos y peruanos) completó el cuadro de mayor bienestar para todos. Fue entonces cuando entra en función la necesidad de almacenar mayores cantidades de ambos productos y en las dos regiones cambia el modo de construcción de los hórreos. En Galicia aparece el hórreo de piedra, de mayor longitud, con cierre de piezas verticales labradas con formas para conseguir un enrejado que permita secar el cereal «dentro del hórreo» y en Asturias sigue la construcción en madera y aparece el corredor, que hace posible el tránsito de las personas y colgar las panoyas de los faldones de la cubierta y de la misma barandilla del corredor, pues el hórreo sigue siendo cerrado, con las colondras herméticas. Como la abundancia de maíz es notable tanto en Asturias como en Galicia, el hórreo aumenta su tamaño, y ya la panera crece y dobla y cuadruplica la superficie del hórreo con sus seis o nueve pegollos (no las he visto de más de nueve) y en Galicia los hórreos longitudinales, de hasta más de cuarenta pegollos y más de treinta metros de longitud. Para construir los nuevos graneros hacen falta carpinteros y canteros más capaces, verdaderos artesanos, que trasmiten de padres a hijos los secretos del oficio, las plantillas y modelos de acoplamientos de las piezas, el arte de la nivelación con miras, escuadra y plomada, teniendo siempre en cuenta que en el hórreo y la panera todo es madera, incluso a veces los pegollos, que abundan más de piedra y de este material son siempre los tornarratas y que no se emplea ningún clavo ni más elemento metálico que los herrajes de la puerta y que en el hórreo gallego los dos elementos son de piedra menos la hoja de la puerta, que es también de madera, y los herrajes, que son de hierro. La cubierta es, en ambos, o de teja árabe o de pizarra.

Han estudiado los hórreos desde Jovellanos, pasando por el polaco Franskoski, que fue el primero que los clasificó a su modo, entre otros, Caro Baroja, nuestro Constantino Cabal, López Soler, Martínez Rodríguez. Actualmente se han clasificado los hórreos asturianos en «estilo Villaviciosa» y «estilo Carreño» en atención a visibles diferencias, sobre todo en la decoración, que no en lo que atañe a la técnica constructiva. Pero ateniéndose al concejo en donde se fabricaban más hórreos para definir un estilo, yo estoy convencido de que en Serín se hicieron todos los hórreos del concejo y muchos de los hórreos del de Carreño, y me parece una desconsideración con Gijón lo de la denominación del «estilo Carreño» y mucha más desconsideración eso de bautizar el hórreo del Pueblo de Asturias con el nombre de Uninsa, siendo como fue que la instalación de la siderúrgica destrozó el patrimonio etnográfico de tan extensa zona. Entonces empezó un baile de hórreos y paneras que llegó hasta Guadalajara (adonde llegó una panera de la familia Targuetta, asentada en Serín al tiempo que la familia Perotti, cuando la construcción del ferrocarril Villabona-Gijón, adjudicado al contratista señor Perotti. Ambos se casaron con mozas de Serín y allí se radicaron) y a la mismísima Zarzuela. En cualquier rincón de España hay hoy una panera, lo que es extraordinario, sobre todo para alimentar la nostalgia de los asturianos de la diáspora; pero ese bautizo de hórreo es una traición. Debió ponérsele de nombre Serín, en reconocimiento al lugar donde nació, porque, tal vez, cuando pasen poco más de cincuenta años, haya muy pocos hórreos en Asturias.

Y como anécdota, un recuerdo familiar: cuando Manuel Alvarez Muñiz, de Serín, casado con Isabel Álvarez Acevedo, de San Andrés de los Tacones, de la que tuvo diez hijos, sintió que le llegaba la hora de transmitir a un hijo el mando de su empresa familiar de construcción de hórreos y paneras, reunió a los varones y les propuso que el que «ficiese el mejor tornillo de madera pa una panera, esi, sería el que mandase». Todos se afanaron en ponerse manos a la obra; pero pasó todo un día y uno de ellos, José, Pepe de Francisca, no hacía nada más que dar vueltas y vueltas mientras sus hermanos tenían hechos unos cuantos, perfectos y vistosos tornillos. «Qué, Pepe, ¿tú que fas? Y Pepe, mi abuelo, le dijo a su padre: «Pa, ye qu’a usted olvidóse-y decinos pa qué coño de tuerca ye esi tornillo». Entonces el padre mandó parar de trabajar a todos: «Ya lo veis, el que piensa, el que debe mandar, debe ser Pepe».