El Escañorio
Artículo puesto en línea el 5 de agosto de 2010
última modificación el 8 de agosto de 2021

por La Foz del Pielgu

La zona conocida como El Escañorio es una garganta producida por el río Molleda al haberse orientado sobre una fractura del terreno o falla, situada entre los picos Castiello y Álvaro por un lado, y el alto de Grandellana por el otro. Este accidente geológico se da sobre un sustrato rocoso compuesto por cuarcitas formadas hace aproximadamente 500 millones de años.

Cascada en El Escañorio

Historia geológica de El Escañorio

Simulación 3d del Escañorio

El Escañorio, como cualquier otro punto geológico, ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Se puede tomar como comienzo de esta historia la formación del sustrato rocoso principal, las cuarcitas armoricanas, hace 500 millones de años. Hay que tener en cuenta que en ese tiempo no existían los continentes tal y como se conocen ahora y todo lo que se corresponde con el actual norte peninsular estaba bajo aguas marinas de muy poca profundidad. Después, un movimiento ascendente elevó toda la zona fuera del agua dejando al descubierto la roca ya formada, dispuesta en capas horizontales.

Posteriormente se produjo el plegamiento de la cuarcita, que es otra característica del relieve de El Escañorio apreciable en toda la garganta. Los pliegues deformaron las láminas de roca — los estratos— constituyendo una gran cordillera montañosa. Esto ocurrió hace 300 millones de años. Tras sucesivas invasiones y retiradas del mar en éste área en los 200 millones de años siguientes, se creó definitivamente el Mar Cantábrico hace unos 100 millones de años, separando las costas francesas de la comisa cantábrica española. En la zona sur corverana, la elevación de un gran bloque de roca situado entre dos fracturas dio lugar al horst de Grandellana. La acción abrasiva del mar, que llegaba entonces hasta la falda del Gorfolí, truncó de forma limpia y homogénea los duros bancos rocosos de cuarcita formando una «sierra plana» que se corresponde actualmente con el alto de Grandellana. Esto ocurrió hace 11 millones de años.

Las posteriores elevaciones del terreno alejaron el mar hacia niveles inferiores quedando al descubierto nuevas extensiones llanas, conocidas como rasas, que fueron desfigurando el relieve. El naciente Río Molleda encontró una salida al mar orientándose primero sobre las abundantes fallas de las cuarcitas armoricanas y después sobre la falla de El Escañorio.

En los dos últimos millones de años, el río Molleda prosiguió tenazmente su lenta erosión de la cuarcita. Esta acción erosiva estuvo notablemente reforzada por unas condiciones climáticas muy diferentes a las actuales. Hace unos 25.000-35.000 años se combinaban bajas temperaturas con una importante y continua pluviosidad, con lo que el caudal del río era mucho mayor y el efecto erosivo más potente. Así se modeló el cauce actual, que no definitivo, sobre el que seguirán actuando los agentes geológicos erosivos, haciendo de El Escañorio un espacio en constante dinamismo.

Geología de El Escañorio

Indudablemente, el mayor interés geológico de El Escañorio es el modelado fluvial en rocas tan resistentes como las cuarcitas: remolinos, saltos, cascadas y túneles, le dan un aspecto abrupto al cauce y a la ribera del río. Estos accidentes son especialmente espectaculares en la mitad superior del tramo, y culminan corriente abajo en el conocido salto de La Cascada, lugar que se ha hecho representativo de toda la garganta. Aún así no se deben pasar por alto otros elementos interesantes como son el meandro del molino y el canchal de la Llera.

Una vez atravesada la barrera de cuarcitas, el río hace una curva desviándose ligeramente hacia el Oeste, formando un meandro de valle o de corriente rápida. Éste se originó durante un período en que el caudal era mucho mayor que el actual. El río ahondó la orilla cóncava y en la orilla convexa fue depositando los materiales transportados, creando una ribera muy fértil aprovechada desde tiempos antiguos para la agricultura. La disminución del caudal, sobre todo, y la manipulación del cauce en tiempos históricos para su aprovechamiento hidráulico han interrumpido la tendencia natural del meandro a exagerarse, discurriendo el río por el lecho ya excavado. El canchal de la Llera está situado en la vertiente Este de la garganta y es muy visible desde el mirador del Pico Álvaro. Un canchal es un depósito de escombros procedentes de la rotura de la roca en una ladera. El principal factor causante del desprendimiento, en este caso, es la elevada fracturación de las cuarcitas plegadas. Las raíces de las plantas y los cambios de temperatura aprovechan esta debilidad y actúan como cuñas para resquebrajar las rocas. Las piedras caen rodando y se distribuyen por tamaños, yendo las más gruesas y pesadas a la base del canchal, incluso llegando algunas al cauce del río, y los fragmentos más finos se quedan depositados en la parte más alta.

Vegetación de la ribera

Ribera del Escañorio

Desde el punto de vista de la vegetación, El Escañorio en su conjunto puede incluirse dentro de los bosques de ribera. Está constituido fundamentalmente por una aliseda, asociación de árboles donde predomina el aliso, instalada en el fondo de la garganta, sobre un sustrato ácido. Este hecho será determinante a nivel botánico, permitiendo el desarrollo de especies asociadas a este tipo de suelos, configurando una aliseda ácida.

La elevada humedad ambiental a lo largo de todo el año debido sobre todo al encajonamiento del cauce del río, y que es superior a la de las alisedas de cauces abiertos, constituye otro factor condicionante para este tipo de vegetación.

Aparte del bosque de ribera, otras formaciones vegetales están presentes en El Escañorio. El brezal-tojal aparece en los suelos más pobres y menos desarrollados, donde no pueden asentarse especies arbóreas. Se encuentra poblado por arbustos muy resistentes, con espinas y tallos leñosos: se trata de los tojos o «cotoyas», Ulex europaeus, junto con los brezos (Calluna vulgaris, Daboecia cantabrica y Erica cinerea).

Además, el paisaje vegetal de El Escañorio se ha visto considerablemente modificado por la presencia del hombre: los pastos y prados de siega primero, y en este momento el cultivo forestal de eucalipto, han sustituido a las especies autóctonas de esta zona. Así, se ha visto desplazado el laurel y el fresno que acompañaban a los alisos en gran número. La alteración del bosque natural ha facilitado la penetración de tojos y zarzas, que tienen un elevado poder invasor.

Para hacer una aproximación muy somera de la vegetación de El Escañorio se considerará por separado cada uno de los estratos vegetales, que vienen definidos por la altura de las plantas que lo conforman. El estrato arbóreo está representado mayoritariamente por el aliso, Alnus glutinosa. Este árbol tiene la particularidad de que sus raíces toleran el contacto permanente con el agua. Junto con el aliso se encuentran fresnos, castaños y robles. El eucalipto, Eucaliptus globulus, se ha aclimatado fácilmente al terreno, aunque dentro del eucaliptal aparecen ejemplares aislados de los árboles que antes habitaban el lugar; el carbayo, Quercus robur; el fresno, Fraxinus excelsior, y el castaño o Castanea sativa, tienen una relativa abundancia. El abedul, Betula pubescens ssp. celtiberica, también aparece esporádicamente sin que su presencia sea relevante.

Como curiosidad se puede señalar la presencia de especies introducidas por el hombre y que revisten carácter ornamental; este es el caso de varios ejemplares de laurel cerezo, Prunus laurocerasus, situados en la zona del molino y que por su magnífico porte son muy visibles dentro de la ruta. En este mismo entorno existe un árbol de tradición en Asturias: la higuera o Ficus carica, siempre próxima a las caserías.

Al estrato arbustivo pertenecen los sauces o «salgueras», Salix spp., grupo muy común en las alisedas. Estos arbustos, que en ocasiones llegan a tener porte arbóreo, son capaces de soportar inundaciones durante largo tiempo y constituyen una barrera de protección para los márgenes del río, al frenar las corrientes de agua.

Con sauces y alisos convive el avellano, Corylus avellana, típico de los bosques frescos y terrenos húmedos. Esta especie resulta muy adaptable a cambios de sustrato por lo que está presente en las zonas de depósito de materiales arrastrados por el río. Las avellanas, junto con las castañas y las bellotas, forman parte de la alimentación de ardillas y otros roedores.

Varios arbustos poseen frutos carnosos que constituyen una parte importante en la alimentación de pequeñas aves frugívoras. Las bayas del laurel, Laurus nobilis, y del saúco o Sambucus nigra, maduran a finales de verano y resultan muy apetecibles para los pájaros que, por otra parte, contribuyen a su dispersión. También el endrino, Prunus spinosa, el arraclán, Frangula alnus, y el bonetero o Euonymus europaeus, dan frutos aprovechables por los animales. Es necesario advertir que algunos de ellos son tóxicos para el hombre como es el caso de los dos últimos.

Hay dos especies que forman parte del matorral en los suelos ricos: las zarzas, Rubus ulmifolius, y el rosal silvestre o Rosa canina, que originan una maraña de tallos trepadores capaces de dar cobijo a los nidos de pequeñas aves. El rusco, Ruscus aculeatus, aparece con frecuencia en el camino bajo los alisos. Se trata de un arbustillo espinoso, cuyo fruto —una baya globosa— resulta muy vistoso por su coloración roja.

Numerosas plantas pertenecientes al estrato herbáceo están en estrecha dependencia con el agua, de manera que viven en lugares con una elevada humedad en el suelo. Sería el caso de la ulmaria, Filipendula ulmaria, el lirio amarillo o Iris pseudoacorus y algunos juncos.

Algunas especies venenosas viven en El Escañorio como el eléboro verde, Helleborus viridis, muy tóxico y la dedalera, Digitalis purpurea que habita sobre las rocas de los cantiles y da sus flores en forma de «dedal» de mayo a junio.

La flora herbácea incluye también plantas propias de los lugares frecuentemente transitados por el hombre —ruderales— y de los pastizales y praderas.

El sotobosque de la aliseda se ve poblado por una gran diversidad y abundancia de helechos, gracias al elevado grado de humedad que hay en El Escañorio. Hay que destacar un helecho de especial interés, Culcita macrocarpa, protegido y muy raro en Asturias.

Esta especie que vive en roquedos umbríos y húmedos, y que puede medir hasta 2,5 m, presenta una reducida distribución en sólo tres puntos en la Península Ibérica. Por ello, se puede considerar como un endemismo. Algunos helechos fácilmente identificables son el helecho real, Osmunda regalis, de gran tamaño y color verde claro, y la lengua de ciervo, Phyllitis scolopendrium, que tiene hojas alargadas.

Hasta ahora se han distribuido las especies vegetales por estratos, dependiendo de su altura, pero existe, al menos una categoría que no es posible incluir en ninguno de ellos: son las plantas trepadoras que, enraizadas en el suelo, pueden llegar a alcanzar gran altura. Algunas, con porte leñoso, como la madreselva , Lonicera periclymenum, tienen flores olorosas y pueden llegar a constituir verdaderas lianas. La hiedra o Hedera helix, es otra trepadora muy común. Por último, indicar que El Escañorio proporciona un hábitat ideal, de paredes sombrías y rezumantes de agua, para el desarrollo de gran cantidad de especies de musgos y hepáticas.

Fauna de la ribera

Fauna del Escañorio
Ilustración de Ramón Procopio García.
En orden de lectura:
Ferre. Ferre palomberu. Halcón peregrino. Falco peregrinus (Tunst.)
Andarina. Avión roquero. Plynoprogne rupestris
Verderrios. Martín pescador. Alcedo athis (Linn.)
Llavacubos. Mirlo acuático. Cinclus cinclus (Linn.)
Sacaverina. Salamandra rabilarga. Chioglossa lusitanica (Bocage)
Andarríos. Lavandera de cascada. Motacilla cinerea (Tunst.)
Fuina. Garduña. Martesfoina (ErxIben)

En El Escañorio están presentes animales interesantes que pertenecen tanto al grupo de los invertebrados como al de los vertebrados. Constituye un hábitat muy rico en especies, pues alberga organismos que aprovechan las condiciones ambientales mixtas —ecotono— que proporciona el río como ecosistema acuático y las márgenes como ecosistema terrestre.

La fauna invertebrada está representada por varias especies de caracoles y babosas, gusanos, lombrices, numerosos tipos de arañas e infinidad de insectos, tanto acuáticos como terrestres. Entre los insectos cabe destacar alguna especie de caballitos del diablo y el mayor escarabajo europeo, Lucanus cervus o ciervo volante, que son especies protegidas en toda Europa.

A pesar de que la zona de El Escañorio está bastante manipulada por la mano del hombre, es sorprendente la riqueza de animales vertebrados que se encuentran en éste área. Con mayor o menor diversidad y abundancia están representadas las cinco clases de vertebrados: peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.

El medio acuático está dominado por tres especies de peces. La trucha común o Salmo trutta, es habitual en este tramo del río. Se ve acompañada por la anguila europea, Anguilla anguilla, y el piscardo, Phoxinus phoxinus, un pez abundan te en el curso medio y bajo de casi todos los ríos asturianos.

En el agua y a veces también en el medio terrestre habitan los anfibios. Varias especies de sapos, ranas, tritones y salamandras son habitantes comunes de la húmeda ribera del río y de las charcas que en ella se forman. Prácticamente todos los anfibios de El Escañorio son de costumbres nocturnas y durante el día buscan cobijo para evitar la deshidratación. Bajo la hojarasca seca se puede encontrar la salamandra común, Salamandra salamandra, y bajo las piedras o en los céspedes de musgo, siempre cerca del agua, la salamandra rabilarga o Chioglosa lusitanica, una especie endémica del noroeste peninsular. Por la noche el sapo común, Bufo bufo, sale a cazar toda clase de invertebrados y en primavera o principios de verano los sapos parteros, Alytes obstetricans, delatan su presencia con una llamada breve pero muy sonora. A lo largo del día, el tritón palmeado o Triturus helveticus, acude a los puntos de agua estancada para efectuar su reproducción. La garganta de El Escañorio también proporciona un hábitat ideal para otro tipo de vertebrados: los reptiles. El afloramiento de las cuarcitas y los pequeños canchales que hay a lo largo de la garganta dan cobijo a algunas especies de lagartos y lagartijas. Entre ellas cabe destacar el lagarto verdinegro, Lacerta schreiberi, que es una especie endémica del noroeste de la Península Ibérica y tiene su hábitat en matorrales y roquedos, frecuentemente cerca de puntos de agua (curiosamente es un gran nadador). Otras dos especies de reptiles viven en este lugar: la víbora cantábrica, Vipera seoanei, única serpiente venenosa de Asturias y la culebra de collar, Natrix natrix, que pueden habitar tanto medios húmedos como lugares más secos en el sotobosque.

El grupo más importante de fauna vertebrada de El Escañorio en cuanto a diversidad y abundancia son las aves. Cerca de una cincuentena de especies anidan, invernan o son visitantes ocasionales de esta zona. La abundante maleza y el gran número de insectos proporcionan cobijo y alimento a especies granívoras e insectívoras como los petirrojos, gorriones, pinzones, carboneros, mosquiteros...; son pequeños pájaros cantores que hacen sus nidos entre los matorrales o la hiedra, en primavera.

Las aves más estrechamente ligadas al curso de agua y, por lo tanto, más representativas de la zona son la lavandera cascadeña, el mirlo acuático y el martín pescador. La lavandera cascadeña, Motacilla cinerea, se parece mucho a su «prima» la lavandera común o «pajarita» pero tiene parte del plumaje de color amarillo. Habitualmente se encuentra en parejas, sobrevolando el cauce del río. El mirlo acuático, Cinclus cinclus, es un típico habitante en tramos de río de corriente rápida. Es posible observarlo pescando en el agua donde es un experto buceador: incluso es capaz de caminar por el lecho del río, bajo la superficie, e ir atrapando los pequeños invertebrados acuáticos que componen su dieta. Otra especie pescadora, el martín pescador o Alcedo atthis, hace zambullidas en La Presa desde alguna rama cercana a las aguas remansadas en busca de pequeños peces y alevines de trucha.

En el agua y a veces también en el medio terrestre habitan los anfibios. Varias especies de sapos, ranas, tritones y salamandras son habitantes comunes de la húmeda ribera del río y de las charcas que en ella se forman. Prácticamente todos los anfibios de El Escañorio son de costumbres nocturnas y durante el día buscan cobijo para evitar la deshidratación.

Bajo la hojarasca seca se puede encontrar la salamandra común, Salamandra salamandra, y bajo las piedras o en los céspedes de musgo, siempre cerca del agua, la salamandra rabilarga o Chioglosa lusitanica, una especie endémica del noroeste peninsular. Por la noche el sapo común, Bufo bufo, sale a cazar toda clase de invertebrados y en primavera o principios de verano los sapos parteros, Alytes obstetricans, delatan su presencia con una llamada breve pero muy sonora. A lo largo del día, el tritón palmeado o Triturus helveticus, acude a los puntos de agua estancada para efectuar su reproducción.

Las aves más grandes que pueden verse en El Escañorio son las rapaces. Entre ellas, el halcón peregrino o Falco peregrinus, ave considerada de interés especial por la normativa ambiental del Principado, establece su nido en los cantiles rocosos de la garganta. En la zona boscosa de la ribera caza el gavilán, Accipiter nisus, un perfecto acróbata del vuelo que abate a sus presas —pequeños pájaros como los petirrojos— entre los árboles o el sotobosque. Por la noche salen de sus nidos, en los huecos de los árboles, las rapaces nocturnas como el cárabo, Strix aluco, y el mochuelo común o Athene noctua. Cazan roedores, otros pequeños vertebrados y algunos insectos.

Otra ave que nidifica en los cantiles de El Escañorio es el avión roquero, Ptyonoprogne rupestris, que tiene una apariencia muy similar a la golondrina.

La fauna de El Escañorio se completa con los mamíferos. En este momento es necesario recordar que la fauna vertebrada, sobre todo los mamíferos, resulta muy difícil de observar debido a sus hábitos nocturnos y a su comportamiento esquivo para con el hombre, lo que puede hacer decepcionante una visita a El Escañorio sólo para ver a estos animales. A pesar de ello y con una observación adecuada se pueden detectar rastros a lo largo de toda la ruta.

Aunque están ausentes los grandes mamíferos, animales como el zorro, Vulpes vulpes, la garduña, Martes foina, y el erizo común o Erinaceus europaeus, son habitantes habituales puesto que toleran bien la presencia del hombre. También ardillas y varias especies de ratas, ratones y topillos se alimentan de los frutos y bayas silvestres de la vegetación de la zona. Por último reseñar la presencia de numerosos murciélagos, único grupo de mamíferos voladores.

Historia

Recodo en El Escañorio

El primer núcleo de población del que se tiene noticia en Corvera estuvo situado en uno de los picos que dominan la garganta de El Escañorio, el Castro del Pico Castiellu, construido aprovechando la elevación del terreno para facilitar la defensa del poblado. En la actualidad se halla muy deteriorado y aún no ha sido estudiado con detenimiento. Sólo se ha localizado la necrópolis o cementerio en la ladera occidental de la colina donde estuvo ubicado.

Con la llegada de los celtas, las dos culturas conviven pacíficamente hasta la dominación romana en el siglo I a. C. La entrada de la civilización romana no supuso el abandono del castro de Castiello tal y como se puede deducir del hallazgo de una estela funeraria de la época. La estela antropomorfa de Molleda es una losa con forma de figura humana, que fue encontrada casualmente en el año 1950, cerca del Caserío de Juncedo. Está expuesta actualmente en el Museo Arqueológico de Oviedo.

Del siglo V al siglo IX se vivió una época de estabilidad donde el castro, al perder su función defensiva, quedó deshabitado. Con el paso del tiempo, Molleda se fue expandiendo, contribuyendo a ello el hecho de que su término sea atravesado en la alta Edad Media (a partir del siglo IX) por el Camino de Santiago. Durante este período, la economía era exclusivamente rural; la industria se limitaba a los molinos hidráulicos situados a lo largo del río Molleda, para triturar el cereal, y a los lagares, necesarios para la obtención de sidra. Hay que destacar también las pesquerías sobre el río y las officinis salinarium de Entrialgo, que eran hornos para la obtención de sal, producto muy apreciado en ese momento.

En la Edad Moderna, la agricultura y la ganadería seguían siendo las principales actividades económicas. La vivienda característica era la casería que consistía en una edificación familiar, con construcciones auxiliares y espacios exteriores definidos: la «güerta», la «tenada» o pajar, la «corte» o establo, la «llosa» (terrenos fértiles dedicados al cultivo),...

En el siglo XVII comenzó un desarrollo de la industria metalúrgica propiciado por los yacimientos minerales de cobre y carbón de Molleda. En 1753 se instalaba en su parroquia una fábrica de objetos de cobre y se tiene también constancia de una herrería de carácter artesanal.

Ya en el siglo XIX, la «industria» se siguió centrando en los molinos hidráulicos, de los que existían alrededor de una veintena situados a lo largo del río.

Topografía del Escañorio

Si bien El Escañorio, hoy en día, se encuentra deshabitado, (en cuanto a lo que a presencia humana asentada se refiere) resulta obligado hacer referencia a dos construcciones, por un lado, la Casa de la familia Barrera, de la que apenas quedan restos, y por otro, La Presa. Con respecto a la primera, conocida también como «la casa’l molín», era una construcción que constaba de una vivienda, una cuadra, un hórreo y dos molinos, además de los espacios exteriores. El molino era un elemento importante para la economía de la familia ya que no sólo se utilizaba para triturar la cosecha propia, sino también para las cosechas de las caserías del entomo y de otros concejos vecinos como Avilés. Se usaba, sobre todo, maíz para el consumo de los animales domésticos y, en menor medida, trigo destinado al consumo humano. Los molinos de El Escañorio tuvieron además una función bien distinta a la habitual, ya que gracias a la colocación de dinamos y aprovechando las ruedas giratorias, la casa dispuso de luz eléctrica mucho antes de que la electrificación llegase al resto de las casas de Molleda.

La otra construcción a destacar en El Escañorio es una presa construida al iniciarse la década de los 40 por el Ayuntamiento de Avilés y que fue utilizada para la captación de agua destinada al abastecimiento urbano; a medida que se fueron construyendo los barrios de Villalegre y Las Vegas, se fue canalizando el agua a las nuevas viviendas.

La Presa de El Escañorio dejó de utilizarse por la entrada en funcionamiento del Canal del Narcea. A parte de la presa, se barajó la posibilidad de construir un pantano en la zona alta de El Escañorio.

Gastronomía y tradiciones

Gran parte de las tradiciones y de la gastronomía del lugar se ha perdido con el paso del tiempo y hoy en día son pocas las fiestas que se celebran en Molleda.

Pervive en la memoria de las gentes del lugar «la esfolleta», que consistía en quitar la hoja al maíz y que propiciaba la reunión de los vecinos y familiares para celebrar una fiesta donde había bailes y entretenimientos. Cuentan que uno de los juegos típicos de este día era el llamado «coyer la suela», parecido al juego de «la zapatilla por detrás». En otras ocasiones se celebraban bailes en los «chigres» de Molleda o se danzaba al ritmo del tambor o un caldero o un acordeón, y se cantaba la tradicional tonada.

Otra fiesta que aún se sigue celebrando, es el «Samartín», o la matanza. Son varios los platos que antaño se preparaban en este día, como por ejemplo el «fariñón» con berzas (que consiste en un embutido a base de tocino y sangre de cerdo), «alpericu» (parecido al fariñón, pero con cebolla), hígado encebollado y leche presa.

La fiesta de San Juan era también cita para el jolgorio. En la noche del 23 de Junio se sigue encendiendo la tradicional hoguera pero las mozas ya no pintan cuernos en la pared de la casa del chico que no quieren, como antaño se hacía.

Finalmente también cuentan los vecinos de Molleda numerosas historias que hacen de El Escañorio un lugar de leyenda. A lo largo del río existen lugares «bautizados» con algún nombre que hace referencia a lo que allí aconteció. Éste es el caso del «molín de los diablos» o del «pozo del ferrero» (del que se dice que no tiene fondo) donde un herrero se quiso bañar y se mató. Se cuenta también que una moza cayó a la cascada y desapareció.

La senda

El acceso hasta la entrada de la ruta se hace utilizando la carretera comarcal que une los concejos de Avilés e Illas, pasando por Molleda, hasta llegar a Entrialgo. De aquí parte la senda que recorre este tramo del río con una longitud aproximada de 2 km y asciende por la ribera hasta Los Espinos. En el recorrido completo se salva un desnivel de 55 m lo que equivale a una pendiente del 3% aproximadamente. El tiempo a invertir es de alrededor de una hora, dependiendo de la experiencia del senderista.

La ruta se puede dividir en tres partes que tienen una dificultad creciente. La primera parte transcurre por un camino fácilmente transitable, acompañando al río en su curso medio-bajo. En esta zona se asienta el antiguo molino. El aspecto del cauce es suave, con grava y cantos pequeños.

Presa en El Escañorio

Continuando el recorrido avistamos la presa artificial, situada en el final de la garganta. A partir de aquí comienza la segunda parte de la ruta, que nos llevará hasta la cascada natural. El camino se hace algo más complicado, teniendo que sortear varios pasos entre las rocas de la orilla. En este tramo, el curso del río es más accidentado y se alternan zonas de corriente rápida con remansos.

Una vez llegados a La Cascada habremos recorrido ya la mitad de la ruta. Aquí comienza la tercera y última parte, que queda reservada al senderista más audaz, puesto que existen pasos difíciles de sortear y donde han de ser extremadas las precauciones. El camino discurre a través de grandes rocas y pequeños saltos de agua en una zona de corriente turbulenta.

El final de nuestro paseo llega después de atravesar la garganta, ya rebasado el pico Álvaro, cuando el cauce se vuelve a abrir en una zona de eucaliptal que antiguamente estaba poblada de laurel.