Hórreos y Paneras decorados en el concejo de Corvera
Publicado en Asturianu en la Revista Asturies, nº 14 (diciembre 2002)
Artículo puesto en línea el diciembre de 2002
última modificación el 19 de diciembre de 2021

por Jesús Antonio González Calle

A nadie se le escapa que el hórreo y su versión evolucionada, la panera, es, objetivamente, un singular edificio dentro de la arquitectura popular del tercio norte de la Península Ibérica, habiendo adquirido en cada región unas características propias en planta, alzado, materiales de construcción, etc., que diferencian claramente los modelos asturianos de los gallegos o de los vascos. Desde una perspectiva mucho más subjetiva, el hórreo se ha convertido en un verdadero símbolo físico de la región asturiana, continuamente presente en fotografías, diseños de carteles, objetos de recuerdo, anagramas, trofeos, etc. Sin embargo, esta realidad no ha incidido ni en una protección eficaz de estos edificios -la gran mayoría de los cuales amenazan ruina-, ni en la divulgación de sus valores históricos, artísticos y estéticos.

Un factor que revela claramente la riqueza de matices que atesoran los hórreos y paneras asturianos son los distintos estilos decorativos presentes en ellos. Así, estas construcciones, lejos de presentar un aspecto homogéneo y uniforme dentro de la región, ofrecen rasgos decorativos particulares reflejados en varios estilos cuyo ámbito espacial, a veces puramente comarcal, hace de cada uno de ellos una realidad única e irrepetible, con un número de ejemplos cada vez más precario y limitado.

Los estilos decorativos del hórreo asturiano no levantaron verdadero interés entre los estudiosos hasta fechas tan recientes como la década de 1980, cuando dos equipos, los formados respectivamente por Armando Graña García y Joaquín López Álvarez, y por Florencio Cobo Arias, Miguel Cores Rambaud y Matilde Zarracina Valcarce, comenzaron a realizar, de forma simultánea, las primeras sistematizaciones estilísticas de los hórreos asturianos. Desde entonces, pocos nombres más se han sumado a la nómina de los estudiosos del tema, las publicaciones siguen siendo escasas y apenas han aparecido aportaciones de carácter local que permitan un conocimiento intensivo de los hórreos de parroquias o concejos determinados, carencia atribuible a la propia complejidad del trabajo de campo y de la labor de inventariado, y a la falta de alicientes por parte de las administraciones.

Bajo este contexto, en 1996, en el libro Historia de Corvera de Asturias y su área, intentamos contribuir a la dignificación del hórreo y la panera como elementos de interés histórico y artístico, señalando unas etapas que ahora reconocemos como demasiado rígidas; casi inmediatamente, Carmen María Fernández García abordaba la confección de un inventario de elementos arqueológicos y etnográficos del concejo. Ninguno de los dos trabajos resultó ser exhaustivo, pero, complementándose uno con otro, se puede obtener una visión bastante amplia del fenómeno decorativo en hórreos y paneras del concejo que nos ocupa.

Posteriormente, en 2001, un equipo liderado por Gerardo Díaz Quirós, publicó el libro Arquitectura popular en Gozón, buena parte del cual versa precisamente sobre el aspecto que nos interesa, y además sobre un ámbito territorial vecino al nuestro. Se trata de un estudio exhaustivo y modélico, que revela interesantes conclusiones sobre talleres y sobre los orígenes de un estilo decorativo comarcal que afecta a los concejos de Avilés, Gozón, Corvera, Carreño, Gijón, Llanera, Castrillón e incluso Oviedo, Ribera de Arriba, Las Regueras, Candamo, Grado y Siero. Dicho estilo, forjado básicamente durante los siglos XVIII-XIX y caracterizado por la minuciosa decoración de puertas y colondras, había sido denominado por el equipo de Cobo Arias, Cores Rambaud y Zarracina Valcarce como "de conjuntos decorativos", en una definición demasiado genérica, mientras que el equipo de Graña García y López Álvarez había optado por el de "estilo Carreño", contrapuesto al "estilo Villaviciosa" o al "estilo Allande", de manera un tanto apresurada, ya que, como se ha encargado de revelar el equipo de García Quirós, "el modo de decorar que se conoce como Estilo Carreño tiene su origen, no en Carreño, sino en el entorno de Avilés, en relación directa con la cuenca del río Alvares y el concejo de Gozón (...) no es descartable que la propia villa de Avilés haya sido uno de los focos más destacables del estilo". En lo que sí han coincidido todos los autores es en advertir el origen de este estilo, a mediados del siglo XVIII, y su profunda vocación decorativista, en los talleres de escultores de retablos y altares barrocos; de ahí que nosotros prefiramos optar por el término "de tradición barroca" para definir el estilo sin caer en consideraciones demasiado genéricas ni en un excesivo localismo que a la larga conduzca a confusiones.

Junto a los mayoritarios ejemplos barroquizantes, datables siempre a partir del siglo XVIII, se han hallado algunos ejemplos más primitivos cuya decoración se centra en cenefas que recorren los liños y a veces las colondras, como prueban los estudios de Fernández García para Corvera y del equipo de Díaz Quirós para Gozón. Se trata de una decoración equivalente bien a las tipologías de los "liños pintados" y los "motivos aislados en puertas y colondras" definidas por Cobo Arias, Cores Rambaud y Zarracina Valcarce, o bien al "estilo Villaviciosa" propuesto por Graña García y López Álvarez; pero, por nuestra parte, nuevamente preferiremos evitar definiciones puramente técnicas o localistas, y optaremos por definir el estilo con el término "de tradición medieval", pues también hay un acuerdo general en que, si bien se trata de construcciones ya de época moderna, su decoración remite a la de las portadas, cornisas y guardapolvos de las iglesias románicas dispersas por el medio rural asturiano. De hecho, como bien prueba el equipo de Díaz Quirós, se trata de unas formas decorativas que tuvieron una amplia difusión por todo el ámbito asturiano entre los siglos XV-XVII y cuya mayor o menor pervivencia en las distintas áreas comarcales se debe a circunstancias muy diversas; en el caso del área de Corvera, Gozón, Carreño, etc., la escasa pervivencia de estas formas decorativas se debe a la directa sustitución de los hórreos que las ostentaban por los hórreos y paneras levantados con el auge de las caserías beneficiadas por el contacto con los mercados de Avilés, Gijón y Oviedo a partir del siglo XVIII, que optarán por la decoración de tradición barroca tan característica en los hórreos y paneras de esta zona.

HÓRREOS DE TRADICIÓN MEDIEVAL (siglos XVI-XVII)

Según hemos adelantado, son muy escasos en Corvera y en el área de los concejos vecinos los hórreos que presenten decoración anterior al siglo XVIII. Con todo, contamos con varios ejemplos seguros cuyos motivos decorativos, pintados o levemente incisos, se remontan a los siglos XVI y XVII, según se comprueba a través de paralelos localizados en el centro-oriente asturiano.


Cenefas, espirales y flores hexapétalas en los liños y colondras.

Habría que resaltar un primer grupo de hórreos con un conocido diseño decorativo de tradición medieval muy popular entre los hórreos del siglo XVI, basado en cenefas con series de triángulos pintados, o incluso de flores tetrapétalas, que recorren los liños y las colondras, destacándose los engüelgos por incorporar sobre la cenefa bien flores hexapétalas o bien polisqueles, encerradas tanto unas como otras en círculos con orlas recorridas también por series de triángulos.

Así, en un hórreo de Calabaza (Solís), muy reformado, observamos todavía restos de cenefas de triángulos en las colondras y flores hexapétalas inscritas en círculos en los engüelgos.

Por otra parte, el hórreo de Casa Cantor (Solís), que fue traído desde un lugar que no hemos podido precisar, excepcionalmente completo y bien conservado, presenta un claro esquema de cenefas de triángulos y flores tetrapétalas seriadas, incisas y pintadas, en liños y colondras; sobre la cenefa se disponen polisqueles en el centro de cada frontal, y flores hexapétalas inscritas en círculos dentados en los extremos [1].

Arquillos simulados con cruces y espigas en los liños.

En muchos hórreos asturianos de tradición medieval es característica la apertura, sobre la puerta, de un pequeño arquillo rebajado tallado sobre el borde inferior del liño, lo cual se ha interpretado como inspirado en las portadas de las iglesias románicas. En Corvera apenas hemos podido localizar algún caso, siendo el más destacado el hórreo de Llandones (Molleda), si bien la decoración pictórica del mismo corresponde a una época muy posterior a la que ahora tratamos.

Con el tiempo, estos arquillos van desapareciendo, aunque muchas veces, en hórreos datables ya en el siglo XVII o comienzos del XVIII, quedan como recuerdo unas incisiones curvas trazadas a compás en el liño que dan lugar así a arquillos fingidos o simulados, que encierran un espacio semicircular a modo de tímpano. Si el tímpano es suficientemente amplio, se decora con pequeñas cruces y espigas (respectivamente símbolos de protección y de abundancia), motivos que también pueden aparecer fuera del tímpano si éste es más pequeño, según sucede todo ello en varios hórreos y paneras de Aguilero (Cancienes), El Capiellu, Lloreda (Villa), Fafilán, El Pedréu (Trasona), Xunceo (Molleda) y Agüera (Solís).

LOS PRECEDENTES DE LA TRADICIÓN BARROCA (finales siglo XVII - primera mitad siglo XVIII)

A partir del tránsito de los siglos XVII-XVIII, la talla va ganando terreno frente a los motivos pintados o tímidamente incisos de épocas anteriores. Para ello, los tanteos afectarán a aspectos muy diversos: elaboración de motivos más o menos complejos para la decoración de ciertas colondras (particularmente las que contienen agujeros de ventilación), experimentación en la partición de las puertas en secciones y casetones, o práctica de ciertas técnicas tan sencillas como efímeras (los trazos discontinuos logrados a golpes de gubia).

Decoraciones aisladas en las colondras.

Los hórreos que configuran este grupo suelen centrar sus motivos decorativos en los agujeros de ventilación, que son insertados en los huecos dejados por estrellas o cruces de ocho brazos, como sucede en un hórreo de Fontecaliente (Cancienes) [2], o cuidadosamente integrados en vistosas tallas de rosetones como los del hórreo de L’Acebo (Cancienes) y de un hórreo de Calabaza (Solís). Al margen de los agujeros de ventilación, habría que destacar un hórreo de Lloreda (Villa), en una de cuyas colondras tendríamos un tetrasquel inscrito en un círculo, a su vez rematado por una cruz; la puerta del hórreo presenta ya una división en casetones cortados por una diagonal. Todos estos motivos son claramente paralelos a muchos de los que, en el suroccidente asturiano, darán lugar a lo que se ha convenido en denominar "estilo Allande" por parte de unos autores, o tipología decorativa de "motivos aislados en puertas y colondras" por parte de otros [3].

Primeras decoraciones en las puertas.

La puerta será el principal elemento articulador de las decoraciones barroquizantes desarrolladas a partir del siglo XVIII. La primera mitad de este siglo es una época de experimentación con la configuración de las puertas y sus primeros motivos decorativos. De este modo, hay un claro triunfo de las puertas formadas por un bastidor que parte la puerta en dos secciones longitudinales (una a la derecha y otra a la izquierda), cortándose a su vez cada sección en varios casetones, normalmente tres o cuatro. Las rosetas y otros motivos vegetales, más o menos estilizados, pasan a ser el motivo decorativo más recurrido para los casetones de las puertas, si bien observamos una gran diferencia en la habilidad compositiva de unos artesanos y otros; dentro de la sencillez general, los hay que resuelven perfectamente el espacio de las secciones o los casetones de las puertas con tallas de rosetas y cruces de mediano o gran tamaño, mientras que otros ven limitados sus recursos a tallar varias rosetas y polisqueles de tamaño muy pequeño que dejan vacía la mayor parte del espacio destinado a la decoración.

Entre las puertas decoradas más antiguas tendríamos las dos puertas originarias de un hórreo de Fontecaliente (Cancienes), de las cuales una funciona ahora como colondra central de separación entre la otra puerta originaria y otra posterior; en las dos puertas originarias aún no se aprecian divisiones internas, y su decoración se limita a una gran roseta hexapétala formada por lo que parecen hojas de castaño e inscrita en un círculo, sobre el cual se sitúa una cruz de Malta, mientras que la puerta añadida presenta ya una perfecta partición en dos secciones de tres casetones cada una, partidos en aspa y conteniendo a veces motivos geométricos tallados de muy pequeño tamaño, y un bastidor central dividido en cuatro pequeños segmentos que reproducen las mismas particiones en aspa.

Tenemos un par de casos en los que ya se aprecia la partición de la puerta en dos secciones, pero sin que aparezca aún la subdivisión en casetones. Así, en el hórreo de La Rebollada (Cancienes), la decoración se reduce a sencillas rosetas circulares y cuadrangulares; por otra parte, en la puerta -ya desaparecida- del hórreo de Casa Virola de Entrialgo (Molleda), había una cierta insinuación de casetones al haber pequeñas franjas rectangulares que separaban los motivos decorativos, consistentes en rosetas tetrapétalas.

Por su parte, en el hórreo de Casa Ángel de Moriana (Cancienes), la puerta está formada por dos tablas unidas, contando cada una de ellas con tres casetones rehundidos bastante pequeños en relación a los gruesos bastidores que los delimitan, y con motivos muy sencillos (un motivo cruciforme, tres barras paralelas, y un aspa); el segmento de liño situado sobre la puerta presenta una línea quebrada con un motivo indefinido en el centro y dos pequeñas cruces de Malta a los lados.

En determinados casos, la experimentación con la división de las puertas en casetones llega a sus últimas consecuencias. Así, en el hórreo de Ca Cantero (Villa) observamos una partición de la puerta en tres secciones, cada una de ellas con seis pequeños casetones; la sección central presenta en cada casetón una sencilla flor tetrapétala, mientras que en las otras dos, dejando al margen un par de casetones con rosetas circulares, los demás presentan un diseño que se hará muy clásico: un cuadrado con los cuatro ángulos cubiertos por segmentos de rosetas circulares, dejando un espacio más o menos cruciforme que en este caso aparece ocupado por una pequeña roseta hexapétala inscrita en un círculo. Por su parte, la puerta del hórreo de La Reguera (Molleda), presenta un bastidor decorado con un cordón, motivo que también se hará después muy frecuente, que separa dos secciones, cada una con seis casetones con ángulos matados en cuartos de círculo y pequeñas rosetas en el centro; pero el mayor interés radica en las bien talladas rosetas circulares de las colondras que flanquean la puerta. La división en tantos casetones no prosperará, ya que da lugar a espacios necesariamente pequeños que limitan la vistosidad de los motivos decorativos; de ahí que en adelante se opte por las puertas partidas en secciones de cuatro o incluso tres casetones.

Las decoraciones hechas a golpes o muescas discontinuos de gubia.

Por lo que se deduce de investigaciones en el vecino concejo de Gozón, otro rasgo atribuible a las décadas centrales del siglo XVIII son las tallas cuyo diseño se caracteriza por trazos discontinuos logrados a golpes o muescas de gubia [4].

No tenemos muchos ejemplos de este tipo de talla en Corvera. El caso más completo es el hórreo de Casa Vicente de El Cuetu (Trasona), traído de Miranda (Avilés), que cuenta con una puerta partida ya en dos secciones de cuatro casetones cada una, en todos los cuales se repite una roseta redondeada de la que salen radialmente ocho pequeños tallos con hojitas pareadas, hallándose todo el dibujo hábilmente hecho a golpes de gubia.

En otros hórreos, esta técnica aparece combinada con otras de mayor relieve en determinados motivos situados en las colondras próximas a las puertas, tratándose normalmente de una roseta tallada en relieve, inscrita en una orla decorada con golpes de gubia, y con un remate triangular acabado en cruz trazado con la misma técnica. Así lo vemos en una panera en El Pino (Molleda), donde tales rosetas flanquean una puerta por lo demás torpemente decorada con pequeñas rosetas y polisqueles. En el hórreo de Casa Bruno de Campañones (Solís), una roseta única complementa a una puerta perfectamente partida en dos secciones de cuatro casetones con los ángulos matados en cuartos de círculo rellenos de motivos florales en algún caso. En dos colondras de la panera de Casa Arturo de Moriana (Cancienes) hallamos también el motivo de la roseta con la orla y el remate triangular hechos a golpes de gubia, pero la decoración de las puertas y de otras colondras son muy posteriores. Por otro lado, en una de las paneras de Ca Lluisa (Villa), volvemos a encontrar dos colondras con rosetas de remate triangular y cruz, si bien la roseta tiene una talla más sencilla que los ejemplos anteriores, y el remate ya no está hecho a golpes de gubia, sino con trazo continuo; por otra parte, presenta una puerta con dos secciones de cuatro casetones insinuados con distintos motivos vegetales (rosetas hexapétalas, circulares, cuadrangulares o con forma de abanico).

LOS PRIMEROS GRANDES CONJUNTOS DE TRADICIÓN BARROCA: NATURALISMO Y ESQUEMATISMO (segunda mitad siglo XVIII - comienzos siglo XIX)

Hacia mediados del siglo XVIII, los tímidos tanteos anteriores en la decoración de hórreos y paneras desembocan en una verdadera eclosión en la que no bastan los sencillos repertorios del arte popular socorridos hasta entonces, sino que se observa una importante influencia de los talleres de escultores de retablos barrocos que pudieron trabajar entre Oviedo, Avilés, Luanco, Candás y Gijón, tanto en la ampliación del repertorio de motivos decorativos como en las ambiciosas composiciones, que dejan de centrarse en colondras o en puertas más o menos aisladas para cubrir buena parte del frente principal de la panera o del hórreo, siendo el eje de la composición la puerta y las colondras que la flanquean, o, como sucede en muchas paneras, las dos puertas con la colondra central situada entre ellas y las dos colondras situadas a los lados; a todo ello vienen a sumarse las colondras que contienen los vanos de ventilación.

La tendencia naturalista.

Hay una línea caracterizada por tallas de motivos vegetales que buscan cierto naturalismo al evocar texturas carnosas y hojas fuertemente nervadas: es el caso de las rosetas de ocho hojas que adoptan formas lobuladas (quizá evocando las del roble) o lanceoladas (quizá evocando las del castaño). Se ha contemplado el origen de esta tendencia en el detallismo de los retablos barrocos de la época, y ciertamente será una forma de talla que no sobrevivirá al propio estilo barroco, desapareciendo de nuestros hórreos y paneras nada más comenzar el siglo XIX.

La puerta del hórreo de Ca José Canterina de Moriana (Cancienes), al parecer transladado desde el núcleo de Cancienes, ofrece tallas en sus dos secciones de cuatro casetones cada una, en el grueso bastidor situado entre ambas que perfila otros cuatro casetones, y en el segmento de liño situado sobre la propia puerta, y resulta ser una temprana e inmejorable muestra de la combinación casi exclusiva entre rosetas compuestas de hojas lobuladas y lanceoladas, tratadas con gran naturalismo [5].

La tan rica como maltratada panera de Casa Xunceo (parque de Las Vegas), con dos puertas de secciones de cuatro casetones solamente simétricas en los inferiores, une al tratamiento de las rosetas de hojas lobuladas y lanceoladas de las puertas, otros motivos más novedosos, tales como pequeños cuadrados de los que salen radialmente ocho pequeñas palmetas en los casetones superiores de una de las puertas [6], ciertas formas bulbosas y palmetas de gran tamaño en las colondras, la reaparición del antiguo motivo de la espiga en una colondra, o la aparición de un jarrón en la colondra central, motivo que tendrá una amplia difusión en hórreos y paneras posteriores.

Por su parte, la panera de Ca Fuente de Taúxu (Cancienes) combina, en sus dos puertas de secciones de cuatro casetones y en algunas colondras, rosetas naturalistas de hojas lobuladas y lanceoladas, con florones que anuncian una línea más esquemática, inscritos en rombos, cuadrados y círculos; en la colondra central, sobre una esquemática palmeta, hay una cruz latina sobre pedestal triangular cuyos brazos separan cuatro pequeños rectángulos que albergan rosetas [7].

Un caso interesante y original es la panera de Ca l’Alcalde de Xunceo (Molleda), que presenta dos puertas de dos secciones cada una aunque por lo demás totalmente asimétricas: una tiene ocho pequeños casetones rectangulares por sección, conteniendo tallas de pequeñas hojas carnosas que pudieran ser de roble; la otra, más típica, tiene cuatro casetones por sección, con los dos inferiores con ángulos matados en cuartos de círculo y motivos vegetales, y los dos superiores uno con una gran roseta de ocho pétalos y otro con una sencilla y menuda retícula romboidal. Pero el mayor interés radica en la colondra central, donde hallamos un sol figurado, unos enigmáticos círculos concéntricos, y una cruz latina sobre pedestal semicircular.

El ejemplo que parece cerrar la tendencia es el hórreo de Casa Campa de Pontón (Villa), en cuya puerta de secciones de cuatro casetones advertimos todavía las rosetas de hojas lobuladas y lanceoladas alusivas a hojas de roble y castaño, pero sin presentar ya nervaduras naturalistas, sino tan solo trazos concéntricos del contorno exterior. No obstante, lo más interesante son los casetones superiores, donde se representan unas esquemáticas palmetas en las que se apoyan parejas de pájaros que presentan cierto caracter serpentiforme (¿cuélebres?). La representación de estas bestias mitológicas no es nada común en los casetones de puertas de este estilo de hórreos y paneras [8].

La tendencia esquemática.

Se constata una tendencia alternativa a la anterior que irá combinando unas composiciones y diseños cada vez más complejos con una esquematización gradual y una pérdida de naturalismo de los motivos decorativos en sí: los motivos vegetales se hacen así cada vez más geométricos, si bien las combinaciones entre unos y otros o su adaptación a los diversos espacios en que pasan a dividirse internamente los casetones de las puertas (cuadrangulares, circulares, romboidales, cuadrados matados en cuartos de círculo, particiones en aspa) se hacen múltiples. A la larga, esta forma de talla triunfará de modo absoluto desplazando totalmente a la línea naturalista ya desde comienzos del siglo XIX.

El primer ejemplo fechado adscribible a la tendencia esquemática sería el hórreo de Cas Finca de La Cruciada (Solís), cuya puerta cuenta con secciones de tres casetones cada una, y con una colondra en la fachada lateral en la que, bajo el vano de ventilación, leemos la inscripción "AÑO 1783".

Hay un modelo de composición que tendrá cierto éxito y que parte del taller gijonés o gozoniego de Manuel Antonio Junquera Huergo, constando de una colondra central con esbelta cruz latina sobre pedestal triangular y con florón inscrito en un cuadrado en la parte inferior, y puertas a los lados de dos secciones separadas por un cordón, de tres casetones por sección, en los que aparece un mismo tipo de rosetas adaptadas a los espacios dejados por las diferentes particiones geométricas de cada casetón: en rombo, en aspa o en cruz. A este modelo se ajusta plenamente la panera de Ca José Emilia de Taúxu (Cancienes), traída desde La Magdalena (Avilés) [9]. El tipo de cruz también podría relacionar con este grupo a la panera de La Picosa (Cancienes), donde la cruz, muy semejante, se dispone asimismo en la colondra central, leyéndose bajo ella la inscripción "Ave Marya / purysyma", y las puertas cuentan igualmente con secciones de tres casetones, aunque la decoración de éstos es menos dinámica, al estar la mayoría de ellos indivisos, presentando únicamente los casetones centrales una partición en aspa. Al mismo grupo podemos adscribir la colondra central de la muy modificada panera de Casa Arturo de Moriana (Cancienes), si bien el diseño de la cruz es algo menos esbelto; de la misma época pueden ser las colondras de los vanos de ventilación, con remates triangulares que se harán posteriormente muy populares, y con rosetas lobuladas que guardan aún algo de naturalismo [10].

Otra notable panera que cuenta con cruz moldurada en la colondra central es la de El Barriero (Villa), con puertas divididas en cuatro casetones de diseños asimétricos, con motivos vegetales y polisqueles de cuidada talla que los relaciona con otros ejemplos de Carreño y Gozón [11]; son muy interesantes los polisqueles figurados de la puerta derecha, con pequeñas caras en el centro que recuerdan algunas creaciones del denominado "estilo Allande".

Por su parte, la panera de Ca Ánxel d’Antona de Cancienes Alto, combina en sus dos puertas, con secciones de cuatro casetones, algunos tipos de rosetas, a veces insertas en rombos o en espacios definidos por crucetas, con superficies cubiertas de pequeñas aspas en relieve [12].

No muy distante es el diseño del hórreo de Casa Xuncéu de Las Vegas (Las Vegas), con una puerta de dos secciones, de tres casetones cada una, que guardan una curiosa simetría en diagonal. Las rosetas que cubren cada casetón se adaptan a particiones de tipo romboidal, en aspa, y a una bella combinación entre ambas que se da en los casetones centrales y que da lugar a una efectista retícula de pequeñas rosetas romboidales. En la fachada trasera, bajo el vano de ventilación, se lee la inscripción "Año de 1786" [13].

Casos peculiares.

Un caso difícil de relacionar con otros ejemplos es la panera de Casa Raimundo de Calabaza (Solís). Presenta dos grandes puertas cuya decoración se basa directamente en la complicada disposición de los casetones y en su volumen fuertemente resaltado, de tal modo que solamente el casetón central aparece decorado con una pequeña roseta. La colondra central presenta un medallón elíptico de talla asimismo muy resaltada y en la más fiel tradición barroca, conteniendo la inscripción "AÑO 1785"; bajo el medallón aparece pintado un jarrón sin asas con flores de diseño muy naturalista y poco simétrico. En las colondras de los lados hay pintados otros jarrones parecidos pero mayores, con asas y de diseño aún más complejo y efectista [14].

En una panera de Rodiles (Solís), al parecer resultante de la unión de dos hórreos, apreciamos una puerta de tres secciones en las que no hay casetones, aunque los motivos se disponen ordenadamente de tres en tres. En la parte inferior y central hay rosetas tetrapétalas pintadas, mientras que en la parte superior hallamos parejas de tallos semicirculares entrelazados y levemente incisos, rematados en los extremos por corolas de flor pintadas muy semejantes a las representadas en la panera de Calabaza.

EL TRIUNFO DEL ESQUEMATISMO (primera mitad siglo XIX)

El tránsito de los siglos XVIII-XIX no supone una verdadera ruptura en el modo de decorar hórreos y paneras. Es cierto que la tendencia naturalista, una de las predominantes en el siglo XVIII, ha terminado por desaparecer gradualmente, pero también es verdad que la tendencia esquemática que pasa a primer plano contaba con sólidos precedentes en aquella época, según hemos visto ya. En estos momentos, llega a producirse además un estancamiento o rigidez hasta cierto punto repetitiva en las rosetas que cubren los casetones de las puertas, y entonces la creatividad del tallista se desplaza a las colondras, donde experimentará fundamentalmente con las palmetas de corolas semicirculares, entrelazadas de muy diversas maneras. Por otra parte, los motivos tallados muchas veces pasan a ser resaltados mediante la pintura, aunque en esto parece haber sido determinante el gusto del propietario: hay muchas paneras cuyas tallas presentan un diseño muy similar pero cuyo aspecto es muy distinto según estén pintadas o no.

De este modo, los grupos que pasamos a analizar a continuación, no se distinguen tanto por seguir tendencias o motivos muy distintos unos de otros, sino por recurrir a ciertos modelos de composición y formas de talla bastante concretos.

El taller de Nuña.

En la casería de la familia Rodríguez Guardado, en la aldea de Nuña, la propietaria nos indicó que su abuelo y sus antepasados habían sido carpinteros dedicados a fabricar paneras y hórreos. No podemos precisar hasta qué época remontaría esta familia dicho oficio, pero al menos en la propia casería hallamos una panera con buenas tallas atribuibles al primer tercio del siglo XIX y con un esquematismo aún bastante moderado que acercan bastante todavía este taller a los de la época anterior. De hecho, esta panera de Ca Ramón de Basilisa de Nuña (Cancienes) nos presenta un elegante modelo compositivo que resultará bastante arquetípico: las dos puertas, de secciones de tres casetones estrictamente simétricos, presentan sencillas y estilizadas rosetas con un pequeño polisquel como botón central y adaptadas a los diversos espacios dibujados en los casetones, ya sean cuadrados, romboidales o partidos en aspa. Inmediatas a las puertas se disponen colondras con grandes rosetas circulares con botón reticulado, y algo más separadas, colondras con vanos de ventilación cuadrados con ángulos matados en cuartos de círculo y con algún remate floral, en este caso con forma de abanico; la colondra central pasa a estar presidida por palmetas que adoptan caprichosos trazados, a destacar en este caso un elegante entrelazado de cuatro círculos con corolas de palmetas en las enjutas exteriores.

Una puerta idéntica a las de la panera anterior es la del hórreo de Casa Junquera de Gudín (Trasona), complementada con dos colondras a los lados que presentan palmetas entrelazadas sobre sí mismas definiendo cuatro círculos cada una [15], y una colondra en una fachada lateral donde observamos un vano de ventilación cuadrado con los ángulos matados en cuartos de círculo decorados con pétalos, un remate triangular, y la inscripción "AÑO DE / 1822" bajo el propio vano. Pero al margen de la decoración, este hórreo destaca por su asociación con otro seguramente más antiguo, con el que comparte subidoria, plataforma o tillao, y cubierta, pero con un pasillo de separación entre ambos sobre el tillao; el hecho de que la inscripción antes citada sea visible sólo desde dicho pasillo, nos hace sospechar que la unión de ambos hórreos hubo de producirse con posterioridad a la fecha indicada en ella. Por lo demás, cabe indicar que parejas de horreos asociados como éstos no son muy frecuentes, aunque en Corvera podemos indicar otro caso en Truyés (Trasona) y dos parejas más en Sama d’Abaxo (Solís) [16]. Es verdaderamente lamentable que todos estos ejemplos tan singulares amenacen ruina inmediata.

Muy semejante también a la panera de Nuña es la panera de Casa Fuentes de Cancienes Alto (aunque traída de Arlós, Llanera), que ofrece como variante más importante la sustitución en sus dos puertas de los casetones con rosetas inscritas en rombos por otras inscritas en espacios cuadrados con los ángulos matados por cuartos de círculo.

Hay otros casos en que las puertas, siempre compuestas por dos secciones separadas por un cordón, pasan a contar cuatro casetones por sección. Entonces la gama de posibilidades queda al completo: casetones con particiones romboidales, con particiones en aspa, cuadrados con ángulos matados por cuartos de círculo, o cuadrados indivisos. A este esquema se ajusta el grandioso frente de la panera de Casa García (Molleda), con sus dos puertas, colondra central y laterales cubiertas de decoración, leyéndose en la central la inscripción "AÑO / DE / 1826" encerrada en una cartela con forma de reloj de arena (con unas concavidades laterales adaptadas a dejar libres las cerraduras de las puertas) que se hará bastante frecuente en paneras posteriores; aunque esta panera no aporte motivos decorativos novedosos, su armonía compositiva y su primorosa talla, resaltada con una rica policromía, adquiere proporciones monumentales. Otro tanto podemos decir de la panera de El Palaciu en de El Llanu (Solís), cuyas puertas reúnen un diseño muy parecido a la anterior y que recupera en las colondras laterales los rosetones circulares con botón reticulado; en todo caso, el papel de la policromía en esta panera es mucho más modesto.

Como ejemplo mucho más modesto, el hórreo del Pantanu en El Palaciu (Trasona) presentaba como único interés su mutilada y ya desaparecida puerta de secciones de cuatro casetones en los que se repiten las mismas particiones y motivos que en las paneras que acabamos de comentar. En la panera de Casa Xuan de Fuente de Taúxu (Cancienes), en cambio, su única puerta, también de dos secciones de cuatro casetones cada una, se limita a repetir monótonamente una misma partición romboidal en todos ellos.

Ya fuera del término corverano, hay una panera en Avilés cuyo frontal remite directamente a las paneras de Ca Ramón de Basilisa de Nuña y Casa Fuentes de Cancienes [17].


El taller de Los Campos.

Puertas de la panera de Los Campos
Robadas en noviembre de 2003

Un esquematismo mucho más avanzado que el del taller de Nuña es el que observamos en un grupo de paneras y hórreos datados a lo largo de toda la primera mitad del siglo XIX. Las composiciones no distan mucho de las que hemos visto en el taller de Nuña; como novedad más interesante en la composición podemos indicar las inscripciones invocatorias, bastante desarrolladas y que constituyen un elemento articulador al disponerse sobre todas las colondras decoradas (la central y la de los vanos de ventilación). Pero el principal rasgo es, ante todo, la talla, bastante plana, que reduce las rosetas y demás motivos florales a una gran geometrización: de un pequeño y sencillo botón central parten radialmente unos pétalos espaciados y consistentes en simples cuñas o incisiones que se van ensanchando gradualmente hasta concluir en un abultado remate circular.

El ejemplo más temprano de este taller es la panera de Ca Santiago de Cancienes Alto, que tiene puertas de dos secciones de tres casetones cada una, con rosetas inscritas en cuadrados, en rombos o en los espacios dejados por particiones romboidales, mientras que en las colondras de los vanos de ventilación leemos la inscripción "Ave María / puríssima // sin pecado / concevida", y en la central, "Viva Jesús / y María", hallándose todas ellas decoradas por palmetas con corolas semicirculares. Una colondra de una de las fachadas laterales presenta una vano de ventilación circular, con una decoración alrededor consistente en una cruz, varias palmetas y unas hojitas lanceoladas que recuperan excepcionalmente cierto naturalismo; de hecho, se trata de una panera aún bastante temprana, pues bajo el propio vano leemos la inscripción "Año de 1809".

Un trabajo menos esquemático muestra la gran panera de Ca Hermenegildo de Lloreda (Villa), cuyas puertas, que pasan a contar con cuatro casetones por sección, son extrañamente asimétricas, por lo que podrían ser de épocas distintas [18]; la más sencilla y más próxima al taller que estamos tratando presenta sencillas rosetas insertas en cuadrados, rombos, círculos y espacios partidos en aspa, mientras que la otra presenta también rosetas circulares y cuadrados cubiertos por pequeñas aspas en resalte. La colondra central tiene dos aves afrontadas, la inscripción "AÑO de 1819" y algunos elegantes entrelazados de círculos y palmetas.

La panera de Los Campos (Los Campos), la más notable de este taller, presenta un tipo de talla muy similar a la de Ca Santiago de Cancienes Alto, si bien la decoración se ve resaltada por una brillante policromía. Los casetones de las puertas son cuatro por sección, con rosetas inscritas en cuadrados, círculos, rombos y cuartos de círculo dispuestos en los ángulos de casetones cuadrados. De modo muy parecido a la panera de Ca Santiago, en las colondras de los vanos de ventilación se lee la inscripción "Ave María / purísima // sin peca-/do con-/cevida", y en la central, "Año de / 1844. / Viva / mi dueño", revelando así una fecha bastante posterior a las dos paneras anteriores.
Parecida debió ser la fragmentaria decoración del hórreo de La Costera en Santa Cruz (Los Campos), reducida a las colondras que flanquean la puerta, en las que, bajo la inscripción "Biba mi / dueño // el año / de 1854", se aprecian unas sencillas palmetas entrelazadas.

Fuera de Corvera, encontramos otra panera de diseño y talla muy semejante a las anteriores y fechada en 1817 en Cenero (Gijón), y otra algo anterior, fechada en 1810, y de diseño más diferenciado en Tacones (Gijón) [19]. En cualquier caso, las rosetas geometrizadas y de talla plana y en cuña tendrán un gran éxito entre las paneras del vecino concejo de Gozón ya durante la segunda mitad del siglo XIX, si bien normalmente combinadas con otras rosetas y motivos de diseño y talla diferente [20].

DIVERSIDAD DE TENDENCIAS (mediados siglo XIX - comienzos siglo XX)

La reiteración de unos mismos esquemas compositivos y repertorios de motivos, y la uniformidad del modo de talla características de los talleres de las primeras décadas del siglo XIX se interrumpe en los años centrales de la centuria, a partir de los cuales la decoración de los hórreos presentará líneas muy distintas: desde el geometrismo puro y abstracto, a los ejemplos eclécticos que reúnen en una misma construcción diversos tipos de talla que armonizan lo naturalista y lo esquemático pero que irán dando paso a decoraciones cada vez más arcaizantes y convencionales, o por unos pocos casos en que la decoración recibe un fuerte influjo modernista plasmado en la búsqueda del preciosismo en las representaciones vegetales, delatando un gusto en realidad no muy distante de las antiguas composiciones barrocas; todo ello al margen de algunos talleres de fuerte personalidad difícilmente clasificables.

Por lo demás, cabe resaltar que la policromía va ganando un protagonismo cada vez mayor, aunque son raros los casos en que el peso de la decoración recae exclusivamente en la pintura.

El geometrismo abstracto.

Hasta cierto punto podemos considerar que la línea tan esquemática seguida por el taller de Los Campos llega a sus últimas consecuencias en unas pocas paneras y hórreos con una sencilla decoración en la que es imposible reconocer ya cualquier rasgo naturalista. Tenemos así la panera de la Casa la Cantera de Moriana (Cancienes), levantada entre 1831-1835, ya que en una de cuyas fachadas laterales se lee, en una colondra, "Se hizo año de MDCCCXXXI", mientras que sobre la puerta principal se lee otra inscripción que dice "Se izo esta obra el / año de MDCCC35 por ma-/no de José García y // por mandado de Daviz Díaz / Salines"; realmente contrasta tal empeño conmemorativo con la simplicidad de la decoración incisa de la puerta, de dos secciones de cuatro casetones cada una, y las colondras laterales: cuadrados partidos en cruz o en aspa, círculos y otros motivos puramente abastractos, en alguno de los cuales llega a resucitarse la técnica de las muescas discontinuos a golpe de gubia.

Otro peculiar ejemplo era la panera de Ca Jesús de El Moncón (Molleda), caída este mismo verano, cuya decoración se limitaba a cubrir con color las divisiones en aspa de los casetones de las puertas y los cuadrados de la colondra central, en la que se disponía además un extraño diseño hecho a base de líneas, así como los rombos de las colondras laterales; en el liño podíamos leer "LA IZO MANUEL MUÑIZ. / AÑO 1878".

También hemos de resaltar la decoración del hórreo de Llandones (Molleda), exclusivamente pintada; sobre una puerta muy antigua que carece de casetones, sobre las colondras más proximas a ella y sobre el liño, se disponen alargados rombos con grandes círculos en dos de sus extremos, completándose todo ellos con dos esquemáticos jarrones sobre las colondras siguientes y dos cruces en el liño.
La tendencia ecléctica.

De las corrientes esquemáticas de comienzos del siglo XIX se desmarca otra tendencia muy interesante que, aunque no introduce grandes novedades en las composiciones generales, en cambio trae la originalidad de combinar motivos esquemáticos con otros que suponen la vuelta a un cierto naturalismo, e incluso de mezclar ambas concepciones en un solo motivo. Esto supone además la utilización de diversos tipos de talla e incluso el recurso a la policromía.

El caso más temprano sería la panera de Casa Antón de El Pontón (Solís), donde las palmetas pasan a decorar no sólo las colondras, en una de las cuales puede leerse "AÑO DE 1828", sino también la puerta, dividida en cuatro casetones, presentado los dos superiores decoración de rosetas de ocho pétalos desiguales a los que se superponen otras circulares mucho más esquematizadas.

La panera de Ca Virola de Entrialgo (Molleda), excelentemente conservada y repintada hace algunos años, presenta una puerta central con dos secciones de tres casetones cada una, los cuales presentan motivos e incluso tipos de talla sin apenas relación entre sí: de este modo, los casetones superiores presentan una roseta convencional inscrita en un rombo, y los inferiores una retícula de pequeñas aspas en relieve, mientras que en los centrales hay unas rosetas de ocho hojas desiguales y naturalistas. A los lados de la puerta hay varias colondras decoradas con jarrones a veces dotados de peanas (aunque ni siquiera se apoyan sobre ellas), rosetas naturalistas como las antes comentadas inscritas en cuadrados o en círculos, otras más esquemáticas inscritas en círculos, y vanos de ventilación flanqueados por serpientes. Esta panera cuenta con un paralelo aún más monumental en Ambiedes (Gozón), correspondiendo ambas al mismo taller. Por otra parte, en Carreño se ha documentado otra panera de 1836 con jarrones idénticos a los de las paneras de Entrialgo y Ambiedes, que de esta manera serían datables hacia la década de 1830 [21].

La panera de Casa Marqués de Nuña (Cancienes) tiene algunas colondras decoradas y en sus rosetas se nota de nuevo la alternancia entre esquematismo y naturalismo. En la parte superior de una de ellas leemos la inscripción "Se armó año / de 1838".
Más tardía es la panera de Casa Pinón de Bango (Cancienes), la más monumental de Corvera si atendemos al número de puertas y colondras decoradas. El ansia decorativista lleva incluso a romper la simetría entre sus dos puertas, de secciones de cuatro casetones, en las que vemos motivos que, de menor a mayor naturalismo, serían: pequeños cuadrados con aspas en relieve, palmetas combinadas de diversas formas, rosetas inscritas en rombos, rosetas hexapétalas nervadas inscritas en círculos, y rosetas circulares en las que se superponen hojas nervadas a otras mucho más esquemáticas. En las colondras laterales se combinan vanos de ventilación rodeados de cenefas de aspas en relieve, palmetas, rosetas cuadrangulares de cuatro y de ocho pétalos desiguales muy parecidas a las de la panera de Entrialgo, otras rosetas inscritas en círculos, y elegantes jarrones dispuestos sobre peanas. En la colondra central, sobre la que se lee la inscripción "Año de 1868", se recupera un espacio con forma de reloj de arena con una roseta hexpétala inscrita en un círculo y otra de ocho pétalos nervados en un cuadrado que insisten en el naturalismo [22].

La panera de El Campón de El Capiellu (Villa), con su puerta de secciones de cuatro casetones, también presenta rosetas de ocho y cuatro hojas con nervio central más o menos naturalistas, pero aparecen igualmente motivos como polisqueles o tetrasqueles durante mucho tiempo ausentes de los hórreos corveranos. Más convencional es una de las paneras de Ca Lluisa (Villa), cuya decoración, centrada en la puerta, de secciones de tres casetones, y en las colondras que la flanquean, combina únicamente palmetas y rosetas de ocho pétalos nervados.

También tendríamos la panera de Molleda (Molleda), en cuyas puertas (de secciones de tres casetones) y colondras central y laterales vuelven a apreciarse palmetas, rosetas circulares esquemáticas y otras cuadrangulares de ocho grandes pétalos más naturalistas.

En cuanto a la panera de El Pedréu y la panera de Gudín (ambas en Trasona) presentan idénticas puertas con secciones de cuatro casetones, todos ellos con los ángulos ocupados por fragmentos de rosetas y con el espacio central ocupado por rosetas de disposición romboidal, las centrales con los pétalos más grandes y nervados; la de Gudín presenta además, en una colondra, el perfil de un ave pintado. Bastante convencional resulta ser igualmente la decoración de la puerta de una panera de Xunceo (Molleda), con secciones de tres casetones, o la puerta incorporada al hórreo de Los Espinos (Molleda), con secciones de cuatro casetones en los que se repiten las mismas rosetas inscritas en cuadrados con ángulos matados por cuartos de círculo.

Los talleres de cartelas polilobuladas.

En el panorama corverano de mediados del siglo XIX hallamos la peculiar panera de Casa Queno de Nubledo Bajo (Cancienes), con decoración en su puerta única de secciones de cuatro casetones y en varias colondras. Al lado de algunas palmetas rematadas en las típicas corolas semicirculares o en círculos con espirales, y de algunas rosetas circulares más o menos esquemáticas, lo más característico son las diferentes cartelas polilobuladas de los casetones de las puertas que enmarcan motivos estrellados y aspas en relieve. En las colondras leemos la inscripción "VIVA JESÚS / Y MARÍA. // VIVA MI // DUEÑO. // AÑO DE / 1854" [23].

Más tardía parece la puerta de una panera en El Monte (Cancienes). Coincide con la anterior en tener secciones de cuatro casetones y en el gusto por las cartelas polilobuladas, pero los motivos representados en ellas pasan a ser pequeñas cruces combinadas con círculos vacíos.

Los talleres de Villa.

También a mediados del siglo XIX tenemos constancia, en la zona de Villa, de un personalísmo taller del que contamos con dos muestras. Así, la panera III de Villa (Villa) nos ofrece dos puertas dividas no en dos, sino en tres secciones de casetones.

Así, la panera de Casa Costante de Vallín (Villa), que fue traída de la vecina parroquia de Pillarno (Castrillón) y tallada hacia 1846, ofrece una puerta de este tipo, reuniendo rosetas esquemáticas por lo demás de modo un tanto más convencional. A los lados, hay colondras con rosetas hexapétalas inscritas en círculos, palmetas y una cruz [24].

La panera de Ca Xuanín (Villa) nos ofrece dos puertas del mismo carácter; en cada una de las secciones centrales hay series de rectángulos concéntricos, mientras que en las demás se combinan rectángulos de este tipo con rosetas circulares o en abanico, si bien de una forma tan peculiar que cada casetón alberga dos motivos. La colondra central presenta la inscripción "ESTA OBRA / SE IZO EL A-/ÑO DE 1866" y una curiosa cruz gallonada inscrita en un octógono. Muy interesantes son también las colondras de los vanos de ventilación, flanqueados por ondulantes tallos con hojitas que anuncian el próximo gusto modernista, y una pequeña roseta hexapétala inscrita en otra mayor.
Decoraciones de influencia modernista.

Contamos con tres paneras que tienen como punto común el gusto por un dibujo preciosista, a veces plasmado en complejos motivos vegetales de gran naturalismo, y una gran dependencia de la policromía. De este modo, el arte popular del tránsito de los siglos XIX-XX vuelve a establecer fuertes vínculos con el arte culto de la época, en este caso el modernismo.

El ejemplo más sencillo serían las dos puertas de la panera de Casa Arturo de Moriana (Cancienes), montada a comienzos del siglo XX por el carpintero Manuel García Menéndez, del cercano lugar de Nuña, cuyo nombre aparece grabado en la tenovia del corredor, aprovechando algunas colondras decoradas seguramente procedentes de una panera muy anterior. En las puertas, con dos secciones de cuatro casetones cada una que no guardan una simetría exacta, al margen de alguna roseta de ocho pétalos que aparece duplicada en los casetones centrales, cabe destacar algunas pequeñas rosetas en relieve que se prolongan por finos y caprichosos trazos curvilíneos.

El interés de la panera de Casa Barolo de El Sabledal (Molleda) se centra en los entrelazados de flores rojas pintadas en una fachada lateral; en la portilla de la misma, las flores rodean un pedestal del que arranca un mástil rematado en un círculo, en el que se inscribe un delicado cáliz sacramental.

El mismo estilo preciosista lo hallamos en la panera de la Perseguida (Las Vegas), dotada de dos puertas, con secciones de tres casetones en los que aparecen dibujadas rosas, helechos y otras flores; en la colondra central aparece representado, a buen tamaño, un motivo bastante insólito: un campesino con montera picona, madreñas y faja, sosteniendo una hoz de mango largo.

Jesús Antonio González Calle

Doctor en Historia. Universidad de Oviedo.

* Nuestro profundo agradecimiento a Fernando Aguilar de la Iglesia por su desinteresada colaboración.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

BUSTO, Pedro; DÍAZ, Gerardo; ZAPICO, Julio César (2001): Arquitectura popular en Gozón. - Heres (Gozón): Club Juvenil Apolo.

COBO ARIAS, Florencio; CORES RAMBAUD, Miguel; ZARRACINA VALCARCE, Matilde (1986): Los hórreos asturianos: tipologías y decoración. - Oviedo: Cosejería de Educación, Cultura y Deportes.

FERNÁNDEZ GARCÍA, Carmen María (1996): Catálogo de patrimonio histórico y su entorno en el municipio de Corvera. - Ayuntamiento de Corvera de Asturias (memoria inédita).

GONZÁLEZ CALLE, Jesús Antonio (1996): Historia de Corvera de Asturias y su área. - Las Vegas (Corvera de Asturias): Ayuntamiento de Corvera de Asturias.

GRAÑA GARCÍA, Armando; LÓPEZ ÁLVAREZ, Joaquín (1985): "Aproximación a los estilos decorativos de los hórreos y paneras asturianos", en Ástura, nº 4 (pp. 54-73). - Oviedo.

GRAÑA GARCÍA, Armando; LÓPEZ ÁLVAREZ, Joaquín (1986): "Dos nuevas vías para el estudio del hórreo asturiano: una hipótesis sobre sus orígenes y una clasificación de sus decoraciones", en el anexo a la reedición de Frankowski, Eugeniusz: Hórreos y palafitos de la Península Ibérica, pp. 455-508.

IBÁÑEZ DE ALDECOA, Esperanza (1999): El hórreo en Asturias. - Oviedo: Trea.

PIÉS DE FOTO

pag. 52. Colondra de la panera de Casa Pinón (Bango). Tendencia ecléctica (segunda mitad del siglo XIX).

pag. 53. Detalle del liño y colondras centrales del frente sureste del hórreo de Casa Cantor (Rodiles, Solís). Hórreo de tradición medieval (comienzos del siglo XV)I

pag. 54. Puerta del hórreo de Casa Ángel (Moriana, Cancienes). Precedentes de la tradición barroca, (tránsito de los siglos XVII-XVIII).

pag. 54. Puerta del hórreo de Ca José Canterina (Moriana, Cancienes). Primeros ejemplos de tradición barroca y línea naturalista (mediados del siglo XVIII).

pag. 54. Puerta del hórreo de Casa Xunceo (parque de Las Vegas). Ejemplo de tradición barroca (1786).

pag. 55. Frente principal de la panera de Casa Xunceo (parque de Las Vegas). Ejemplo de gran conjunto de tradición barroca y tendencia naturalista (segunda mitad del siglo XVIII).

pag. 55. Colondra del frente principal de la panera de La Picosa (Cancienes). El profundo resalte de la talla no evita cierta esquematización de los motivos.

pag. 56. Frente principal de la panera de Ca Fuente (Taúxu, Cancienes). Grandes conjuntos de tradición barroca y tendencia naturalista (segunda mitad del siglo XVIII).

pag. 57. Frente principal de la panera de El Barriero (Villa). Grandes conjuntos de tradición barroca (finales del siglo XVIII).

pag. 57. Panera de El Barriero (Villa). Polisqueles figurados en una de las puertas.

pag. 58. Panera de Ca l’Alcalde (Xunceo, Molleda). Grandes conjuntos de Tradición barroca (segunda mitad del siglo XVIII).

pag. 58. Panera de Casa Raimundo (Calabaza, Solís). Caso peculiar de colondra pintada con un dibujo notablemente preciosista.

pag. 59. Detalle de la puerta del hórreo de Casa Campa (Pontón, Villa) ¿Pájaros o cuélebres? (comienzos del siglo XIX).

pag. 59. Frente principal de la panera de Ca Ramón de Basilisa (Nuña, Cancienes). Taller de Nuña, tendencia esquemática de la primera mitad del siglo XIX.

pag. 60. Panera de Casa García (barrio de García, Molleda). Estado lamentable de abandono de uno de los mejores ejemplos de la arquitectura del concejo de Corvera.

pag. 61. Frente principal de la panera de Casa García (barrio de García, Molleda). Uno de los ejemplos culminantes del taller de Nuña (1826).

pag. 62. Frente principal de la panera de El Palaciu (El Llano, Solis). Otro buen ejemplo del taller de Nuña (primera mitad del siglo XIX).

pag. 63. Frente principal de la panera de Los Campos (1844). El taller de Los Campos culmina la tendencia al esquematismo en el tratamiento de las decoraciones.

pag. 63. Puerta de la panera de Casa Queno (Nubledo Bajo, Cancienes). Ejemplo característico de motivos insertos en cartelas polilobuladas (1854).

pag. 64. Frente principal de la panera de Ca Virola (Entrialgo, Molleda). Un buen ejemplo de la tendencia ecléctica (década de 1830).

pag. 65. Frente principal de la panera de Casa Pinón (Bango, Cancienes). Por el número de sus tallas, es la panera más monumental de Corvera y el mejor ejemplo de la tendencia ecléctica (1868).

pag. 66. Colondra en el frente de la panera de Ca Xuanín (Villa). Los temas vegetales a ambos lados anunican ya estilo modernista (1866).

pag. 67 Frente principal de la panera de Casa Costante (Vallín, Villa). Ejemplo de los curiosos talleres de Villa (mediados del siglo XIX).

pag. 68 Colondra central de la panera de La Perseguida (Las Vegas). Curiosa representación de un campesino vestido al modo de la región: montera picona, faja, calzón curtido y madreñas.

pag. 69 Panera de Ca Fuente (Taúxo, Cancienes). Aunque muchos de los hórreos y paneras del concejo están bien mantenidos y en uso, otros están totalmente abandonados, algunos de ellos de excepcional valor etnográfico, artístico, histórico... Un patrimonio que es insensato dejar morir.

PRINCIPALES ERRORES O ADVERTENCIAS ENCONTRADAS EN LA TRADUCCIÓN AL ASTURIANO

Cuando en el texto se habla de "espirales" es mejor emplear el término "polisqueles".
El hórreo de Casa Cantor en Rodiles (Solís) no presenta verdadera talla, sino leves incisiones marcando el dibujo de la pintura.

El hórreo de Casa Bruno en Campañones (Solís) no tiene dos rosetas flanqueando la puerta, sino solamente una.

El epígrafe "Los grandes conjuntos de tradición barroca: naturalismo y esquematismo (segunda mitad del siglo XVIII - comienzos del XIX" ha de comenzar como "Los primeros grandes conjuntos...", ya que después de la época indicada continúa habiendo tales conjuntos.

Al hablar del hórreo de Casa Campa de Pontón, Villa, se olvidó insertar el paréntesis "(¿cuélebres?)".

En el párrafo donde se habla de la panera de Los Campos (dentro del taller del mismo nombre), al referirnos a una "panera anterior", nos referimos a la de Ca Santiago en Cancienes Alto.

Al comenzar a hablar de la tendencia del geometrismo abstracto, se cita en el origen de dicha tendencia al "taller de las rosetas en cuña". Se trata de una denominación provisional que luego fue sustituida por la de "taller de Los Campos", pero que por descuido no se cambió en este párrafo en el momento de publicarse el artículo.
Un cambio de párrafos previo a la maquetación llevó a esta posible confusión: cuando, al comenzar a hablar de la tendencia ecléctica, indicamos que tan tendencia surge "de la corriente anterior", nos referiríamos no a la del "geometrismo abstracto", de la que es contemporánea, sino de los talleres de tendencia esquemática de la primera mitad del siglo XIX (talleres de Nuña y Los Campos).

Los motivos decorativos de la panera de Casa Pinón de Bango aparecen enumerados, en realidad, en orden "de menor a mayor naturalismo", y no "de mayor a menor".
Cuando al citar la panera de Casa Costante de Vallín (Villa), se la compara con "la panera anterior", en realidad nos referimos a la siguiente, la de Ca Xuanín (Villa), pues en el borrador los párrafos correspondientes iban en orden inverso hasta que descubrimos la posibilidad de que la de Costante sea la más antigua de ambas.