Los mirandinos lanzan una recogida de firmas en internet para recuperar al manantial de Valparaiso
Artículo puesto en línea el 10 de marzo de 2013
última modificación el 2 de febrero de 2020

por Prenseru

http://blog.elcomercio.es/episodios-avilesinos/2013/03/24/valparaiso-la-madre-historica-del-agua-dulce-de-aviles-en-la-ruina/#comment-226

Valparaíso, la madre histórica del agua dulce de Avilés, en la ruina

Archivado en (Los episodios avilesinos) por albertodelrio el 24-03-2013

Si digo que Avilés tiene agua bendita, quiero decir que Avilés ha sido bendecido por las aguas, que en su caso son dos: salada y dulce; que se mezclan, delante de nuestras narices, en esa maniobra física tan propia de la rías.

Así que quedémonos con la copla, de que la historia de Avilés está escrita en y sobre su Ría (que por lo tanto es mayúscula).

La población, agrupada en torno a su puerto de agua salada, siempre tuvo a mano agua dulce para saciar su sed y procurar una higiene elemental. Y provenía de la zona alta de la Villa, del lugar conocido como Valparaíso, ‘desde por lo menos el siglo XIII’ afirma José Jorge Argüello en su libro «Abilles».

Valparaíso, para que se hagan una idea espacial, es un ‘pequeño vallecito’ (como escribe Madoz en su histórico «Diccionario») situado, entre el Corte Inglés y el Hospital de Avilés. O sea, que está incrustado entre la modernidad. No merecía menos.

En este valle (del paraíso) brota un manantial ‘de purísimas, sanas y cristalinas aguas’ escribe el doctor Villalaín en «Topografía médica de Avilés», que desde que tenemos noticias abastecieron a Avilés, hasta tiempos relativamente recientes, que requirieron traídas de agua más complejas (la principal desde Beifar, en la desembocadura del río Narcea) para satisfacer las necesidades de una población que se había multiplicado por cien.
Las primeras referencias escritas, sobre Valparaíso (al que se alude como fuente de ‘Albarparayso’) datan de 1488. El agua bajaba por una conducción, especie de reguero de cauce enlosado. que se deslizaba, serpenteante durante dos kilómetros, hasta la villa amurallada, donde se centralizaba en una arqueta que había en la hoy calle de La Fruta y en las llamadas ‘Casas del Ayuntamiento’ (el edificio que alberga el Ayuntamiento actual no se construiría hasta unos trescientos años más tarde).

Pero el sistema era insalubre y poco funcional. Y en 1570, se decidió realizar una nueva traída de aguas que constituyó de las mayores obras en la historia avilesina.

Costó una fortuna, pero fue una canalización monumental. Una obra de arte. Según Cristina Heredia –en su tesis doctoral sobre traídas de aguas en las ciudades del Cantábrico occidental– ‘pocas ciudades podían llevar, en aquellos años, este tipo de obras que suponían una inversión tremenda’. Costó 4.300 ducados. Muchísimo dinero, por entonces, que da idea de la pujanza de la Villa avilesina.

Miserable estado de un manantial histórico

La histórica traída de aguas desde Valparaíso, de finales del siglo XVI, dio agua saludable a la Villa y originó otras fuentes, algunas monumentales como la de La Cámara, Caños de San Nicolás (calle La Ferrería) y la de los Caños de San Francisco. Las dos primeras, ya desaparecidas y la última, hace poco restaurada y con sus caños capados.

En la gran obra –proyectada y dirigida por Gonzalo de Bárcena– se había implicado a la gran industria de alfarería que por entonces había en Miranda. Ellos fabricaron los tubos de barro cocido para la conducción del agua. De esto tiene escrito Enrique Tessier, un apasionado de este tema, en ‘La Voz de Avilés’ (29 enero 1995).

Pero los tubos de barro resultaron frágiles y, en 1723, se sustituyeron por cañería de piedra, dadas las pérdidas de agua. Y esta suplida, a su vez, en 1866, por cañería de hierro. Y la fuente seguía manando

En 1927, en Valparaíso se construye un lavadero y una fuente. Que, años más tarde, les cayó encima el abandono y ahora está instalada, allí, la desolación material y el ultraje histórico. Pero la fuente sigue manando.
Justo Ureña, el recordado Cronista Oficial de La Villa de Avilés, dejó escrito en el último artículo publicado en la revista ‘El Bollo.2010’ que, el manantial y su entorno, «deberían ser conservados como conjunto histórico y monumental». Pocas villas o ciudades pueden enorgullecerse de poder mostrar tan venerable testigo del pasado como Valparaíso.

Mítico lugar donde, hasta este 24 marzo de 2013 –y desde el siglo XIII, que se sepa– la fuente sigue manando.


http://www.lne.es/aviles/2013/03/06/sos-valparaiso/1378097.html

SOS para Valparaíso

Los mirandinos lanzan una recogida de firmas en internet para recuperar al manantial

06.03.2013 | 02:56

Foto: Estado actual del manantial de Valparaíso.

A. P. GIÓN Surtió de agua a los avilesinos desde las últimas décadas del siglo XVI y aún hoy continúa manando pese a que su cuerpo monumental es pasto de la maleza, de las pintadas y de la dejadez. Para la fuente de Valparaíso, a pocos metros de la parroquia de Miranda y a solo unos pasos de la rotonda de Buenavista, sólo miran historiadores, los vecinos y el párroco de Miranda, José Manuel Feito. Desde hace años, sino décadas, éstos claman por la restauración de la fuente centenaria, hoy casi amenazada de derrumbe. Sus defensores acaban de emprender una nueva iniciativa en defensa de la recuperación del manantial mediante una campaña de recogida de firmas a través de internet en la plataforma Avaaz. Han superado las cien rúbricas y ahora van en busca de las doscientas.

La mirandina Carmen Fernández es una de las impulsoras de la campaña. «No podemos permitir que la Fuente de Valparaíso quede en el olvido. Nos tememos que la Administración no la rehabilita y está esperando a que se venga abajo por culpa del ladrillo. Hay un plan urbanístico -el de Gaxín- con el que se pretenden construir 600 viviendas en la zona. Ya se cargaron parte de la fuente cuando construyeron la variante», explica.

La primera canalización de la fuente de Valparaíso data de 1570. Se hizo entonces a través de tubos de barro supuestamente fabricados en los alfares de Miranda. La traída se llevó hasta el centro de Avilés, entonces amurallada. Mediante una especie de acueducto subterráneo, el líquido llegó desde Valparaíso hasta los caños de San Francisco en 1595 por Galiana. De San Francisco el agua seguía su curso por la plaza del Ayuntamiento y la Ferrería hasta la conocida como fuente de San Nicolás, en su día ubicada en las inmediaciones de la plaza de Carlos Lobo y actualmente inexistente.

Los mirandinos temen que su apreciado manantial acabe en añicos, como ya ocurrió con la Truébano, la de los Calvos o la de la Cuesta de los Heros. Carmen Fernández urge su recuperación antes de que sea demasiado tarde: «Todos los lavadores del entorno se rehabilitaron a través de las escuelas taller, pero esta fuente histórica la dejan caer. Recuperaron el lavadero de González Abarca, el de los Telares, el de Miranda, pero esta fuente del siglo XVI, que es un lujo asiático, lo están dejando desaparecer», añadió la mirandina.

Los impulsores de la campaña «Por la no desaparición del manantial de Valparaíso de Avilés» presentarán las rúbricas en el Ayuntamiento el próximo 22 de marzo, Día mundial del agua. Su lucha está tan viva como la fuente centenaria, según Fernández: «Valparaíso sigue manando cada día. Se resiste a desaparecer».


http://www.avaaz.org/es/petition/La_no_desaparicion_del_manantial_de_Valparaiso_en_AVILES_ASTURIAS/?cHiwoeb

Por la no desaparición del manantial de Valparaiso en AVILÉS - ASTURIAS

Por qué es importante

La canalización del agua a Avilés es del siglo XVI y durante mucho tiempo (del S.XVI hasta 1970) este manantial surtió a toda la ciudad de agua.
El manantial de Valparaíso está a punto de desaparecer ante la especulación urbanística, junto con otras construcciones muy valiosas para Avilés, por su significado histórico, arquitectura y su importancia para entender e interpretar la evolución de la ciudad.

Una noticia de La Nueva España, para conocer un poco más el manantial: http://www.lne.es/aviles/2009/07/20/valparaiso-memoria-agua-clara/784371.html


http://www.lne.es/aviles/2009/07/20/valparaiso-memoria-agua-clara/784371.html

Valparaíso, memoria de agua clara

Los vecinos de Miranda claman por la restauración de la fuente centenaria, objeto de leyendas y hoy amenazada por los planes inmobiliarios

Foto: Pintada sobre un detalle de la fuente. ricardo solís

Myriam MANCISIDOR

«En invierno sale templadina y en verano fresca. Es un agua buenísima y creo que hay que hacer fuerza para que nos arreglen el manantial y, más aún, para que no lo destruyan», asegura José Luis González, un avilesino que cada dos días acude con sus cántaros a la fuente de Valparaíso, a pocos metros de la parroquia de Miranda y a tan sólo unos pasos de la rotonda de Buenavista. Igual que González piensa la mayoría de los mirandinos. Todos temen que la «fiebre del ladrillo» acabe con el manantial que durante cientos de años abasteció a los vecinos de Avilés y claman por su restauración.

Con la apertura al tráfico de la variante los vecinos saborearon el trago más amargo. «Vimos con dolor cómo las palas mecánicas se llevaban por delante muros de antiguos depósitos acaso destinados a purificar más y más el agua a través de arenas y guijarros», sentencian los vecinos que ahora acuden a Valparaíso, un manantial ahora transformado en vertedero. «Es vergonzoso que no se mime esta fuente que en los meses de estío, cuando otros manantiales se secan, sigue manando agua abundante», explican los afectados. Y añaden: «Las aguas las aprovechan pocos vecinos y se pierden en la maleza o van directamente al alcantarillado camino de la mar».

Los vecinos de Miranda critican, además, que la de Valparaíso no es la única fuente en riesgo de extinción. «Desapareció la del Truébano, la de los Calvos, llamada en la Edad Media fuente de Berduledo y también la de la Cuesta de Heros, que aún pugna por salir en mitad de la calzada», aseguran los afectados, que incluso han enviado una carta al Consejo Mundial del Agua «clamando por una voz más autorizada que ponga freno a tanto deterioro».

La primera canalización de la fuente de Valparaíso data de 1570. Se hizo entonces a través de tubos de barro supuestamente fabricados en los alfares de Miranda. Años después se encauzó.

En el Libro de Acuerdos del Ayuntamiento avilesino con fecha 12 de septiembre de 1988 destaca el siguiente texto: «Los jueces, regidores y procuradores avilesinos acordaron con un tal Govín, que cuidaba el molín de Alonso de las Alas, que éste trajese las aguas de la fuente de Alvarparayso (Valparaíso) y que se obligase a limpiar el canal a fin de que toda el agua llegue a la villa y no se vaya por ninguna parte, so pena de pagar sesenta maravedíes cada vez que falte agua...».

Las aguas de Valparaíso bajaban de Miranda hasta Galiana y, de ahí, surtían a los caños de San Francisco, que, según algunos historiadores, fueron labrados por canteros tomando por modelo a personas mirandinos de aquel tiempo. Las leyendas en torno al manantial son numerosas.

Hay quien cuenta que en las inmediaciones de Gaxín -pendiente de urbanización fruto de un convenio urbanístico- existía hacia 1475 un castillo en el que vivía uno de los descendientes del Conde Artur de la Casa de Enrique Albar. En una ocasión, continúa la leyenda, un anciano acudió al palacio a pedir un «gaxín, un garitín» de pan. No hubo respuesta. El anciano y su nieto llegaron llorando a Miranda. Una xana recogió las lágrimas e hizo brotar un abundante manantial que llenó de árboles y flores el valle de aquel espacio que entonces pasó a denominarse Valparaíso.

«Lo que en muchos pueblos eran mitos o leyendas, en Avilés se perdió o se olvidó. Y no deja de sorprender que habiendo bebido del caudal de sus aguas durante tantos siglos no se hayan conservado ni leyendas ni mitos sobre su origen y devenir histórico, más aún cuando la fuente mana y mana, abundante y olvidada, entre el follaje lágrimas de abandono por parte de la Administración», critican los vecinos de Miranda, que como José Luis González quieren seguir bajando al manantial de Valparaíso muchos años más.

«Algo habrá que hacer y sin duda hay personas especializadas en proyectos eficaces para evitar el deterioro de nuestra hidrografía rural», concluyen los defensores del manantial cuya memoria es tan clara como el agua de Valparaíso.