Corvera: Tras la bomba siderúrgica

Las grúas que mueven materiales en la zona de Truyés significan un cambio de rumbo que toma Corvera hacia un tipo de vivienda residencial de calidad. Aunque este giro también tiene sus detractores. «En realidad se está creando otro gueto», advierte Jesús Antonio González Calle, joven historiador local, quien también advierte del impacto que las nuevas construcciones están teniendo sobre los últimos restos de la Corvera rural. «Estamos destrozando nuestras últimas señas de identidad».

Artículo puesto en línea el 2 de enero de 2007
última modificación el 3 de enero de 2007

por Prenseru

02/01/07 La Nueva España

ASTURIAS SIGLO XXI

Corvera: Tras la bomba siderúrgica

El tercer concejo más joven de Asturias intenta frenar el declive demográfico que inició en los años ochenta con un desarrollo urbanístico para unas 2.000 viviendas.
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Texto: E. Lagar

Fotos: Miki López

La implantación de Ensidesa a mediados de los años cincuenta del pasado siglo fue el «big bang» de la comarca avilesina tal y como hoy se la conoce. Corvera fue uno de los nuevos planetas surgidos de aquel estallido del acero. Hasta aquella década Corvera había llegado, en una lenta oscilación poblacional, como un municipio rural con 4.200 habitantes. Sin embargo, en los años sesenta, con el aluvión de empleados llegados a la siderúrgica, ya tenía 9.800 vecinos y no dejaría de crecer hasta los ochenta, cuando alcanzó su techo poblacional: 18.700 habitantes. Corvera había engordado de forma evidente, era un cuerpo con mucha más masa -en términos de física planetaria- pero ese cuerpo celeste no adquirió una órbita propia. Y quizás aún no lo haya conseguido hoy.

«Aquí se produjo un fenómeno casi astronómico. Avilés, como un gran planeta, dejó en sombra a todo lo que lo rodeaba y, en segundo lugar, convirtió a los demás en satélite». Adolfo Camilo Díaz, escritor, y director del área de Ocio y Actividades Ciudadanas del Ayuntamiento corverano en la década de los noventa y hasta hace dos años, hace referencia al principal efecto que tuvo esta expansión demográfica tan acelerada -«el 70 por ciento de lo que hay en Las Vegas se construyó en sólo seis años»- y que se puede concretar en una evidente pérdida de identidad. Corvera devorada por un Avilés saturnal.

Se había producido una llegada masiva de emigrantes de otras regiones de España. Los recién llegados en absoluto parecían preocupados por diferenciar un municipio de otro. En realidad, todo quedaba unificado bajo el manto protector de Ensidesa. La Fabricona era el auténtico concejo, el que pagaba. el que mandaba. Además, Avilés había ido extendiéndose naturalmente desde Villalegre y hacia Las Vegas, difuminando la frontera entre ambos municipios. Había un río, el Arlós, ¿pero alguien lo veía? Las cartas se rotulaban así para que llegaran: Las Vegas (Avilés). «De hecho, hasta 1992 no aparecíamos en la guía telefónica diferenciados», añade Adolfo Camilo Díaz.

En esos años se forjaron algunas de las características (desconcertantes) de Corvera. Primero, el crecimiento de Las Vegas -el núcleo que hoy acoge a la mitad de la población- no sólo fue urgente, sino esmeradamente chapucero. «Recuerdo que esto era un pueblín pero, de repente, hizo "boom" y casi hasta nos quedamos sin calles. Recuerdo que había una serrería ahí enfrente, pero luego edificaron al lado y no teníamos sitio ni por dónde pasar». Es el testimonio de Rosa Blanco García, la presidenta de la Asociación de Amas de Casa de Las Vegas. Llegó en 1957, sus padres procedían de Zamora atraídos por Ensidesa. Tenía ocho años cuando se instaló en aquel pueblín y con sus ojos azules asistió al brote de torres de viviendas sin ascensor, algo que con el paso de los años se ha convertido en un «problema nacional». Porque aquellos jóvenes siderúrgicos se han convertido hoy en jubilados menos capacitados para el escalón. «Estábamos todos apelotonados». El actual alcalde, José Belarmino Moro, líder de la candidatura independiente USPC, añade otra descripción para redondear cómo creció Las Vegas: «Donde había una huerta cuadrada, se hacía un edificio de planta cuadrada y donde había una poligonal, un edificio poligonal; así era».

En mitad de la nada

Corvera estalló pero, en sustitución de aquel municipio totalmente rural y disperso, llegó un concejo con densas manchas urbanas. Pero igualmente disperso. Una de las cosas que más llaman la atención al recién llegado es la ubicación de la Casa Consistorial en Nubledo, la capital histórica y, al tiempo uno de los núcleos menos poblados y más en declive. Es un Ayuntamiento «en medio de la nada» cuya arquitectura, un punto siniestra, tampoco ayuda. Corvera sigue sin centro. Es un concejo, pero no parece. A ojo, no resulta más que una suma desordenada de barrios de Avilés y un entorno rural de caserías donde perviven 220 ganaderías.

Territorio castigado

Y una tercera característica. Por si fuera poco, Corvera no sólo tuvo que digerir la riada de «coreanos», bautizados así por aquellos autóctonos que los veían llegar igual que los refugiados de la guerra de Corea; también le tocó poner la cama de su territorio para la instalación de diversas infraestructuras industriales. Trasona fue la parroquia más castigada: por ella pasa la autopista A-8, líneas de alta tensión, está la planta de fertilizantes de Enfersa y la acería LD-III de Arcelor, además del pantano construido para abastecer de agua a la siderúrgica. El municipio también acoge parte de las plantas químicas de Du Pont y, en el extremo suroeste, el vertedero central de Cogersa, que regala a los vecinos del sufrido pueblo de Campañones un intermitente perfume de lixiviados.

«Corvera es un municipio muy castigado», admite Víctor Álvarez León, ex alcalde corverano por el PSOE durante los años noventa. Ésa es la realidad, Corvera no es precisamente el paraíso natural. Pero también depende de cómo se mire. Durante la gestión de Álvarez León se pusieron en marcha iniciativas deportivas y culturales que dieron al municipio cierta relevancia. La foguera de San Juan, junto al embalse de Trasona, se convirtió en una cita festiva de referencia. En Corvera se llegó a organizar una exposición de cuadros en el respaldo de los taxis. Su equipo buscaba esa identidad que el estallido siderúrgico había borrado. En sus mandatos también se logró la implantación en Trasona del centro comercial Parque Astur, el primero de estas características que se abría en la comarca. Ese proyecto formaba parte de una cierta idea de Corvera en la que sí cabía reinterpretar el concejo -con el embalse de Trasona como gran espacio de ocio, como gran motor- como un lugar atractivo para los nuevos residentes.

La evolución de Corvera en estos últimos años difícilmente puede explicarse sin aludir al enredo político en el que vive desde entonces la Corporación corverana y que, en un resumen apuradísimo, tiene como meollo serias diferencias en el seno del PSOE local y su posterior desmembramiento, hasta la creación de la candidatura independiente de la USPC, hoy en el gobierno. También con divisiones internas, por cierto.

Enredos políticos aparte, lo cierto es que, con la llegada del nuevo milenio, Corvera sí ha vuelto a salir en los anuncios de inmobiliarias y, de hecho, son estas promociones a todo color del Jardín de las Delicias y las grúas las que están indicando más claramente hacia dónde va el futuro. En la cuesta de Los Campos -la única parroquia que creció en población estos dos últimos años- está prevista la construcción de 800 pisos. Hay en el concejo otros 400 pisos incluidos en cinco convenios urbanísticos más.

Hotel, golf, chalé

Sin embargo, la promoción «estrella» es la que se desarrolla en la zona donde antaño se ubicaba el pueblo de Truyés. Tiene un significado especial: en el concejo de la vivienda para obreros se está levantando una urbanización con más de 600 viviendas unifamiliares, campo de golf y hotel de 147 habitaciones, con categoría de cuatro estrellas. Todo ello lleva por nombre Los Balagares y está siendo construido por la empresa Dolabay-Erma.

«Será, sin duda, un referente. No sólo para la comarca, también para toda Asturias», afirma Javier Zarceño, administrador solidario de Dolabay-Herma. «Para el concejo será muy bueno, yo diría que espectacular», añade. En verano de 2007, se entregarán las 138 primeras viviendas, diseñadas todas por el arquitecto Rafael Beca. Los adosados rondan los 250.000 euros; los chalés, una media de 450.000 euros. Hasta ahora, la mitad de los compradores -en su mayoría del cercano Avilés- la usarán como primera vivienda. La otra mitad - de Madrid, el País Vasco o el extranjero- destinarán su casa de Los Balagares a segunda residencia.

Las grúas que mueven materiales en la zona de Truyés significan un cambio de rumbo que toma Corvera hacia un tipo de vivienda residencial de calidad. Aunque este giro también tiene sus detractores. «En realidad se está creando otro gueto», advierte Jesús Antonio González Calle, joven historiador local, quien también advierte del impacto que las nuevas construcciones están teniendo sobre los últimos restos de la Corvera rural. «Estamos destrozando nuestras últimas señas de identidad».

¿Qué efectos tendrá esta nueva urbanización sobre Corvera? Aún están por definir. Muchos confían en que las nuevas promociones inmobiliarias ayuden a la recuperación demográfica de un concejo que estalló en los años cincuenta y siguió hinchando hasta los ochenta pero, desde entonces, acorde con la reconversión siderúrgica, va deshinchándose poco a poco. En los últimos 25 años ha perdido casi 3.000 habitantes, que no es un mordisco pequeño. Un crecimiento natural negativo no parece dar la explicación y acaso haya que buscar parte de la caída en las jubilaciones de aquellos que un día llegaron a Corvera y hoy ya pueden volver al pueblo en el que nacieron. «Es que allí, en Galicia, en Andalucía, en León, con el retiro de Ensidesa viven mejor», apunta Alberto León, ex alcalde y actual edil por URAS.

Los «coreanos» se van -o van y vienen, porque tienen hijos y nietos aquí- pero Corvera va dejando de oir del impacto de aquella bomba siderúrgica. El que fuera autodeclarado «concejo mestizo» va ahondando en su biodiversidad, va mutando. Ahí están Los Balagares, que generarán un tipo de corverano «medio-alto», inédito hasta ahora. Otro color más para el arco iris. ¿Qué es Corvera? Quién lo sabe.