La comarca avilesina en una guía turística de 1948

Artículos de Ramón Baragaño.

Esta guía para el turista, bien ilustrada y, tal como se acostumbraba ya en la época, con publicidad muy interesante de establecimientos comerciales e industriales asturianos, tuvo éxito, ya que mereció otra edición un año después.

Artículo puesto en línea el 27 de julio de 2009

por Prenseru

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AVILES

Avilés en una guía turística de hace 95 años

02.03.09 - RAMÓN BARAGAÑO

Imagen de la calle de La Cámara, hacia el año 1910. / ARCHIVO NARDO VILLABOY

Obra de Antonio Nava Valdés./ LVA

Antonio Nava Valdés, un personaje muy curioso, nació en Gijón en fecha indeterminada, alrededor del año 1875. Sin más estudios que los primarios y después de haber desempeñado «las más arbitrarias ocupaciones» se trasladó a Madrid, donde se dedicó, gracias a su talento natural y a su audacia, al periodismo y a la literatura. De vida bohemia, él mismo se dedicaba a vender sus producciones literarias, principalmente durante sus estancias veraniegas en Asturias, donde, quizá por ese motivo, era conocido, según el escritor gijonés ’Pachín de Melás’, como ’El Mosquitu’. Este mismo autor afirmaba que las obras literarias de Antonio Nava Valdés no eran de él, que sólo ponía el nombre. Los verdaderos autores de sus libros eran otros dos escritores, también bohemios y amigos del asturiano: Edmundo González Blanco y Antonio Rey Molina, este último más conocido por el seudónimo de ’Dorio de Gádex’.

Las obras publicadas por Nava Valdés, que en la página ’VivirAsturias’ de internet (cuya fuente es la Consejería de Cultura del Principado) se afirma erróneamente que firmaba con el seudónimo de ’Mosquitu’, son: ’Nueva senda’ (Madrid, 1909), zarzuela en un acto estrenada en el Teatro de la Latina de Madrid; ’El cantor de las cumbres’ (Madrid, 1910), novela poemática de costumbres asturianas con prólogo de Miguel Ramos Carrión; ’Centenario de Jovellanos: amores de un magistrado’ (Madrid, 1911), drama del que el gran jovellanista Julio Somoza dice que «es un despropósito sin pies ni cabeza; inverosímil y absurdo»; y ’Turismo-Asturias. Guía para el turista’ (Luarca, 1914), con un plano general de carreteras de la región, planos de Oviedo y Gijón y 140 grabados. De este obra se realizó una segunda edición (Madrid, 1915). Antonio Nava Valdés falleció en Madrid, joven aún, en junio de 1915.

’Turismo-Asturias’

Con este título firmó sorprendentemente Antonio Nava Valdés su última obra, cuando hasta entonces su producción era de tipo más plenamente creativo (una novela, una zarzuela y un drama). Esta guía para el turista, bien ilustrada y, tal como se acostumbraba ya en la época, con publicidad muy interesante de establecimientos comerciales e industriales asturianos, tuvo éxito, ya que mereció otra edición un año después.

La obra está ampliamente ilustrada con numerosas fotografías de Cámara, Electro Ft. y A. Ciarán Fto., en la segunda edición que es la que manejo para este artículo. Tras una breve introducción del viaje en tren desde Madrid a Asturias, con parada en la ciudad de León, se describen diversas rutas por Asturias, entre las cuales se incluye la comarca avilesina, que ocupa de la página 39 a la página 44 de la obra.

Comarca de Avilés

Desde Villabona, siguiendo el trazado del ferrocarril, Nava Valdés inicia su recorrido por esta comarca en Cancienes (Corvera): «Con bonitas casas veraniegas. En este pueblo está establecida la fábrica La Lechera de Cancienes, que expide las derivaciones de la leche para las principales capitales de España, como son sus exquisitas mantecas centrífuga fresca, salada, etc. Es el país, por excelencia, donde sus frescos y abundantes pastos hacen que se críe la más rica y pura leche de vacas, y ésta, pausterizada, concentrada y esterilizada, está llamando la atención en los mercados donde esta fábrica la envía; siendo también muy preferida su leche condensada-azucarada, que compite con ventaja con las principales marcas del extranjero. En Madrid tiene su depósito general en la calle Horno de la Mata , 16, teléfono 2.311». Es muy interesante y poco conocido este texto de Nava Valdés, que da a entender que esta industria láctea de Cancienes debió de ser pionera en el tratamiento moderno de la leche.

Continúa su descripción del viaje por Nubledo, la «romancesca capilla de la Consolación» y, a la derecha los campos de Trasona con las torres del solar de los Rodríguez de León. Tras bajar una pendiente, se llega a Villalegre, «que a su nombre une los encantos de su campiña, de sus airosos chalets y la hermosura de sus mujeres. Moran este delicioso rincón, hijos de este pueblo que descansan de las rudas faenas que sostienen en América, y a su iniciativa se debe el hermosos Casino, edificio esbelto y con nutrida Biblioteca».

Tras bordear la loma de Bustiello, se entra en Avilés, «juguetona y pintoresca villa sobre la ría de su nombre». Tras referirse el autor a los orígenes medievales de Avilés y al Fuero, dice: «La villa es muy agradable, las calles limpias, muchas con anchos y típicos soportales. Su hermosísimo parque y sus numerosas construcciones modernas, entre éstas su esbelta y severa iglesia, dan al pueblo un admirable conjunto.

Son notables los antiguos y bellos monumentos, como la iglesia de San Nicolás, donde está el sepulcro del célebre don Pedro Menéndez de Avilés, adelantado y conquistador de La Florida, por Felipe II; el ex convento de San Francisco y Santo Tomás de Sabugo, hermosas construcciones de los siglos XIII y XIV o tercer período romano-bizantino, con anuncios de la ojiva, como en la bella capilla de los Alas, al lado de San Nicolás. En la capilla de Galiana se venera el Cristo, al que profesan gran devoción los hijos de Avilés. Aunque más modernas y renovadas llaman la atención otras antiguas, como la bizantina de Valdecarzana o Baragaña, los palacios de Camposagrado, fastuoso y churrigueresco, los severos de Ferrera y Llano Ponte».

Resalta también la Asociación de Caridad, algunas industrias comercios, entre los que destacan las naves del importador Victoriano F. Balsera. A continuación sigue hasta San Juan de Nieva, «importante puerto con grandiosa dársena, siempre concurrida por vapores de gran tonelaje». Muy cerca se encuentra «la espaciosísima playa de Salinas, defendida por espeso y salutífero pinar de donde saltan a cada momento bonitas fincas de recreo. Es playa concurrida, y en ella danse cita todos los veranos, sociólogos, abogados y escritores ilustres. Desde aquí, vase a la importante fábrica de Arnao. También desde Avilés puede usarse para ir a Salinas el tranvía de vapor que, en verano, sale cada hora del parque de la villa de Pedro Menéndez».


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La comarca avilesina en una guía turística de 1948 (y II)

27.07.2009 -
RAMÓN BARAGAÑO

Foto: La playa en los años cincuenta del pasado siglo, con el antiguo Club Náutico. / ARCHIVO R. BARAGAÑO La dársena de San Juan de Nieva y la isla de San Balandrán, hoy desaparecida. / A. NARDO VILLABOY

Continuamos hoy con la descripción que la ’Guía turística de Asturias’ (Madrid, s. a., 1948), de Álvaro Arias y Manuel Fernández, hace de los concejos de la comarca avilesina. Tras lo que dice de Avilés (véase artículo anterior), queda por reseñar lo que los autores de la obra nos cuentan del puerto avilesino y de los términos municipales de Castrillón, Corvera e Illas. En los casi sesenta años transcurridos desde entonces todo ha cambiado mucho, ya que la guía es anterior a la enorme transformación que supuso para esta comarca la llegada de la gran factoría siderúrgica de Ensidesa. Por consiguiente, el carácter rural era todavía el sello distintivo de los citados concejos, con las únicas excepciones de los núcleos industriales de Arnao y San Juan de Nieva (Castrillón). De Corvera e Illas hablan muy poco, aunque hay que resaltar que mientras el primero de ellos sólo contaba con 4.114 habitantes frente a los casi 16.000 de hoy, Illas, por el contrario, que mantiene todavía su carácter agrario tradicional, tenía 2.099 habitantes frente a los 1.045 actuales.

Álvaro Arias y Manuel Fernández comienzan su reseña del puerto y ría avilesinos diciendo que desde la antigüedad «tiene excepcional importancia». Destacan su notable papel durante la Edad Media, aunque después decayó y «hasta 1851 no vuelve a resurgir canalizándose y acometiéndose obras que le han dado su fisonomía actual».

Se entra al puerto por un canal de 900 metros y aguas arriba se encuentra la dársena de San Juan de Nieva, con 1.145 metros de atraque, abrigada y con un calado medio de 6 metros; tiene gran movimiento de carbón y las posibilidades de este puerto -dicen los autores- son «prácticamente ilimitadas, ya que con gastos relativamente pequeños, los muelles pueden extenderse desde San Juan hasta Avilés». A continuación de la dársena se halla «el fondeadero del Monumento, el nuevo muelle de Raíces, de 800 metros lineales de atraque y un calado de ocho. Es el mejor muelle de nuestra costa, en el que se puede trabajar en todo tiempo». Al final de un canal de 4 kilómetros de longitud se encuentran los muelles locales, con un calado de 3,50 metros. «En ellos está previsto el emplazamiento del puerto pesquero de Avilés, obra que se comenzará muy pronto y que será de excepcional importancia, ya que el lugar reúne inmejorables condiciones no sólo por la extensión que se dará a la dársena, sino por la amplitud de los terrenos contiguos, que permitirán las más diversas instalaciones».

Castrillón

Con una población de 8.180 habitantes, este concejo mantenía en aquella época dos importantes factorías pertenecientes a la Real Compañía Asturiana de Minas: la fábrica de ácidos y abonos químicos en San Juan de Nieva y la fundición de zinc en Arnao. También contaba con una fábrica de la Empresa Nacional del Aluminio, en San Juan de Nieva. El resto del municipio tenía un carácter eminentemente agrario, incluida la pequeña capital (Piedras Blancas), que no había conocido aún el auge que experimentó en los últimos 40 años. La excepción era Salinas, «importantísimo centro veraniego. La playa tiene una longitud aproximada de cinco kilómetros, y sus extremidades son las que deben utilizar los bañistas, pues en la parte central es muy peligrosa. En el extremo oeste, se halla situado el Real Club Náutico, que durante el verano abre sus salones para ofrecerlos a la colonia veraniega, que disfruta de frecuentes y brillantes fiestas.

El pueblo de Salinas con sus innumerables y soberbios hoteles bordea la citada carretera y se adentra hacia tierra. El turista puede realizar el viaje en ferrocarril hasta San Juan y servirse después del tranvía sin necesidad de pernoctar en el pueblo; debe de tener siempre en cuenta que de pretender hacerlo así deberá buscar su alojamiento con antelación, puesto que desde mediados de julio las fondas están siempre llenas».

La guía destaca también la playa de Santa María del Mar como centro veraniego importante y muy concurrido, así como la iglesia de San Martín de Laspra, «que conservaba interesantes vestigios ramirenses». La romería de Santo Adriano, el 8 de septiembre, goza de gran renombre y el Real Club Náutico de Salinas «organiza todos los años tiradas de pichón y plato, en las que se inscriben las mejores escopetas de la provincia».

Corvera e Illas

El concejo de Corvera, como ya se ha dicho, contaba sólo 4.114 habitantes y, según los autores, «es eminentemente agrícola y ganadero; hay abundancia de ganado vacuno, de excelente raza, por lo que existe una importante fábrica de derivados lácteos que efectúa grandes exportaciones». Se refieren, sin duda, a La Lechera de Cancienes. En otros aspectos, dicen: «No existe otro monumento digno de mención, que el soberbio palacio de Trasona, en perfecto estado de conservación, si bien resultan pintorescas y tienen atractivos la capilla de San Justo, en Solís, y la de la Consolación, en Nubledo.

Atraviesan el concejo, que pertenece al partido judicial de Avilés, cuatro ríos, de aguas poco batidas, pero muy abundantes en truchas y anguilas, por lo que suelen recorrerlos con mucha frecuencia deportistas de Gijón y de Oviedo. En las temporadas de invierno hay muy buenos cazadores de arcea y también se cazan muchos zorros». Eran, como se ve, otros tiempos muy distintos a los actuales.

Finalmente, la guía dice: «No conserva detalles de tipismo, ni en sus habitantes, ni en sus fiestas tradicionales».

Por lo que respecta al concejo de Illas, que tenía entonces 2.099 habitantes, los autores destacan su carácter agrícola y ganadero. «Hay abundancia de ganado vacuno, de muy buenas razas, que suelen ser premiados en los concursos a los que concurren los labradores con sus reses. Es rico en producción hortícola , que encuentra buen mercado en Avilés y produce también mucha y buena fruta.

El paisaje es fino y agradable, constituido por pequeños montículos cubiertos de pinos y eucaliptos. Tiene situaciones dominantes muy bellas. En las fiestas de San Antonio de Padua y la Sacramental, todavía hay grupos que bailan al son de la gaita y el tambor».