LA IMPORTANCIA ARQUEOLÓGICA DEL ESCAÑORIO: EL CASTRO DE CASTIELLO
Artículo puesto en línea el 23 de agosto de 2013
última modificación el 10 de enero de 2022

por Jesús Antonio González Calle
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- (1) Gracias a todos por venir, a los organizadores de estas jornadas, la Asociación Foz del Pielgu, y como no, a todos los asistentes. Como todos sabemos, hay una tormenta política que se está cebando con uno de nuestros parajes naturales más emblemáticos, El Escañoriu. Muchas promesas se hicieron en la última década, desde todos los colores políticos, sobre la protección de este espacio, de lo poco recuperable que queda en Corvera, y ahora, de la noche a la mañana se pretende cercenar por una autovía de utilidad creo que dudosa. En fin, del valor natural del Escañoriu ya se han hecho eco diversos colectivos ecologistas, pero es que además El Escañoriu tiene un apreciable valor histórico y arqueológico.

 (2) En este sentido, los usos toponímicos parecen disociar, separar, lo que es el paraje natural de los elementos arqueológicos que han aparecido en su entorno. Es decir, parece que se habla por un lado del Cañón del Escañoriu, por otro del castro de Pico Castiellu y por otro de la estela antropomorfa de Molleda, como si fueran elementos independientes entre sí. Pues bien, en realidad se trata de un todo. El Pico Castiellu, donde se localiza el castro, forma parte del Escañoriu en tanto que constituye uno de los paredones definen el cañón excavado por la naturaleza. Y por otro lado, la célebre estela romana de Molleda no es un elemento aislado, suspendido en el vacío; procede de un lugar muy concreto, y ese lugar es justamente El Escañoriu, más exactamente en los alrededores de la presa. En mi opinión, la denominación “estela de Molleda” es demasiado imprecisa; debiera denominarse estela de Castiello de Molleda o estela del Escañoriu... pero ya sabemos que los nombres consagrados son muy difíciles de corregir.

Creo que es perfectamente lógico decir que, de entre los yacimientos incluidos en la carta arqueológica de Corvera, el castro de Castiello de Molleda es el más conocido e importante. Antes de nada, conviene dejar claro qué es un castro.

 (3) La palabra viene del latín castrum, que en principio significa campamento militar. No obstante, por extensión, se denomina castro a cualquier asentamiento o poblado fortificado, ya sea mediante murallas, empalizadas de madera, fosos, trincheras, etc. Para lo que a Asturias se refiere, los castros fueron una forma de poblamiento típica de la última época prehistórica, la llamada Edad del Hierro, aproximadamente entre los siglos X y I antes de Cristo. Al final de dicha época, la ocupación romana no eliminó el poblamiento castreño, sino que lo mantuvo por lo menos dos o tres siglos más, de manera que los últimos castros perduraron hasta el siglo III de nuestra era o incluso más tarde.

De esta forma, por época, hay castros que estuvieron habitados sólo en época prerromana, hay otros que en cambio fueron contemporáneos de la ocupación romana, y hay otros, los de mayor perduración, que abarcaron las dos épocas, la prerromana y la romana. Es entre estos últimos donde creo que debería incluirse el castro de Pico Castiello en Corvera.

 (4) Nuestro castro fue descubierto y catalogado por el célebre arqueólogo asturiano José Manuel González el día 26 de julio de 1959, que volvería a visitarlo en 1963. Otros arqueólogos que han hecho observaciones han sido José Manuel Mallo Viesca, el descubridor de la estela antropomorfa, en 1982, Carmen Cabo Pérez en 1989, Leonardo Martínez Faedo y Gema Adán en 1995, Francisco Cuesta en 1998 y Alfonso Fanjul Peraza en 2004. En cualquier caso, se ha tratado siempre de reconocimientos visuales, sin que se haya realizado nunca excavación alguna.

Aunque el estado de conservación del castro es relativamente malo, debido sobre todo a la repoblación de eucaliptos pero también a la construcción de algunas cercas, podemos tener una idea medianamente clara de su estructura.

Así pues, el castro aprovecha la situación elevada del Pico Castiello para su mejor defensa, ocupando un recinto de planta ovalada, alargada de norte a sur, en torno a la cima de dicho pico, cuya cota más alta es de 182 m., es decir, casi 100 m. de elevación con respecto al fondo del Escañoriu.
El perímetro del recinto defensivo del castro debió alcanzar los 300 metros.

 (5) La defensa del asentamiento se hallaba muy facilitada en las laderas oriental y norte, al estar bordeadas por el río Molleda y el gran desnivel el Escañoriu, zonas donde por tanto apenas se realizaron construcciones defensivas. Tampoco parece que fueran necesarias en la ladera sur, debido a la presencia de los grandes afloramientos rocosos que se extienden hacia Pico Álvaro.

 (6) Sin embargo, distinto es el carácter de la ladera occidental, la que se extiende hacia Xunceo, donde el desnivel es mucho menor, haciendo al castro mucho más accesible y vulnerable. Por ello es aquí donde tuvieron que realizarse los trabajos defensivos más importantes.

 (7) En este sentido, sorprenden todavía los restos de una muralla a lo largo de unos 120 m. Esta línea de muralla cubría el sector comprendido entre los escarpes rocosos situados al noroeste y al sureste del castro. En principio, no se aprecian cimientos visibles de la muralla, sino una larga línea de derrumbe situada justo delante del plantío actual de eucaliptos. La línea de derrumbe está formada por escombros y cascotes bastante menudos, cuyas acumulaciones llegan a alcanzar hasta 2 metros de altura, por lo que son parcialmente visibles a pesar de los helechos y demás vegetación. Por la disposición de estos escombros se puede comprobar cómo la muralla aprovechaba la pendiente del terreno, de manera que adquiría cierto aspecto de talud o terraza, siendo más apreciable por la parte de fuera del recinto, la más baja, que desde dentro.

 (8) Aproximadamente en su parte central, hay dos puntos donde la acumulación de escombros es mayor, lo que nos ha dado a pensar en dos antiguos bastiones, de 12 metros de largo por 6 de ancho, que tal vez protegieran la entrada del poblado. Cabe señalar que, aunque lo que hoy vemos sean sólo escombros, es más que probable que éstos estén tapando la cimentación de la muralla, cuestión que sólo podría verificarse mediante una excavación.

 (9) Junto a la muralla y por su lado exterior, el castro está rodeado por el oeste por un amplio rellano artificial, lo que los arqueólogos denominan antecastro, que en Castiello de Molleda alcanza una anchura de hasta 30 metros, siendo perfectamente visible por dedicarse a prado y estar libre, por tanto, de árboles y maleza. Las funciones de estos rellanos pudieron ser múltiples, desde la de alojar viviendas o recintos ganaderos fuera del castro, a la de constituir plataformas para la excavación de fosos. El antecastro del Pico Castiello es, hoy por hoy, totalmente plano, con lo que, de haber existido foso en esta zona, estaría totalmente tapado, tal vez como consecuencia del aprovechamiento del terreno para prado. En todo caso, se trata de un espacio arqueológicamente muy interesante, pues en una visita que hice en el año 97 con el arqueólogo Francisco Cuesta vimos fragmentos de cerámica gris de tradición indígena, que pudieran apuntar a una época de poblamiento anterior a la época romana, pero también un fragmento de la denominada cerámica sigillata barnizada de época romana.

 (10) Las estructuras defensivas debieron ser mucho más sumarias en el resto del castro, más confiado a los escarpes y los fuertes desniveles naturales. Sin embargo, en la zona noreste, orientada más o menos hacia la presa del Escañoriu, pudimos comprobar un tramo de muro de unos 10 o 12 metros de longitud, hecho de mampostería. En realidad, no sabemos si esta construcción forma parte de las antiguas defensas del castro o si se trata solamente de una muria posterior, pero en tanto no se sepa ni sea investigado en condiciones, debería ser preservado.

Hasta aquí hemos señalado la muralla y el antecastro como los límites y defensas más externos del Pico Castiello, aceptados por todos y cada uno de los arqueólogos que han visitado la zona.

 (11) Sin embargo, en su visita de 1997, Francisco Cuesta me comentó la posibilidad de que, dentro de esos límites, los escarpes rocosos de la cima del Pico Castiello constituyeran una especie de acrópolis o recinto interior elevado, que estaría protegido por los taludes rocosos y además, en su costado sur, por un posible foso, identificable con un gran barranco que separa dos grandes masas rocosas y que se halla muy oculto entre los eucaliptos. No dispongo de fotografías, pero vendría a corresponderse en el plano con este hueco que dejé en su día entre estas señales de escarpes rocosos y que se puede incluso intuir en este dibujo del castro de nuestro colaborador Cuinchi..

 (12) Lo que habría en el interior del castro, ya lo consideremos como recinto simple o como doble recinto, serían cabañas o viviendas, distribuidas de manera más o menos desordenada, tal como sucede en la gran mayoría de los castros asturianos. Sin embargo, de ellas no quedan restos visibles, aunque suponemos que las zonas mejor dispuestas para la localización de estas cabañas dentro del recinto sería la zona de la entrada y los rellanos de la zona noroeste del Pico Castiello, donde además creo recordar indicios de un manantial que podría haber abastecido de agua a la población. Todo ello sin descartar que, fuera del recinto, en el antecastro, pudieran haber existido también construcciones auxiliares. En todo caso, todo esto son hipótesis razonables. El único resto artificial que pude ver en su día

 (13) fue un paso excavado en la zona sureste, consistente en un cajeado entre las rocas para permitir un camino que circunvalase el castro.

 (14) Una estructura que pude comprobar en el año 95, y que sorprendentemente no ha sido anotada en estudio alguno, fue una cárcava que sale perpendicularmente del extremo sur del castro y se dirige hacia la zona del Pico Álvaro a lo largo de unos 50 metros. La cárcava se sitúa justo en el límite entre la zona de prado y los crestones rocosos de la cumbre, y está parcialmente oculta por los helechos. A pesar de ello, se la puede reconocer perfectamente, con una anchura cercana a los 3 metros y una profundidad actual de casi un metro, aunque es posible que esté ya bastante colmatada. En su día, interpretar esta construcción me supuso bastante problema. Lo interpreté como un foso defensivo a pesar de que su situación apenas se acoplaba a la disposición del castro. Al realizar su visita, Francisco Cuesta me comentó que, más que un foso defensivo, podía tratarse de un canal de desagüe, en todo caso relacionado con el castro, lo que supondría un interesante equipamiento civil del propio asentamiento.

 (15) Sobre el Pico Álvaro, elevación algo menor que el Pico Castiello pero dispuesto en línea con él, los autores de la carta arqueológica de Corvera detectaron indicios muy dudosos de un túmulo, es decir, una antigua tumba neolítica que no tendría relación con el castro que ahora estudiamos, pues sería de cronología anterior. Los demás arqueólogos, no muchos, que han visitado el lugar o han visto fotografías de la zona descartan la posibilidad del túmulo. Sin embargo, en la visita que hice con Francisco Cuesta avistamos en el prado fragmentos de imbrex y tegula, es decir, teja romana. Esto es interesante, porque es un dato más que prueba que el Pico Castiello estuvo habitado en la época romana. Lo que no sabemos es si la presencia de estos trozos de teja se deben a que el espacio edificado se había ampliado desde el Pico Castiello al Pico Álvaro, o si tales fragmentos han sido arrastrados de alguna manera desde un pico a otro.

 (16) También tiene gran interés arqueológico otro sitio cercano, en concreto el paraje conocido como El Lugar o El Castro, situado a unos 400 metros al suroeste del Pico Castiello y prácticamente a la entrada de Xunceo.

 (17) Se trata de una pequeña elevación de 117 m. de cota máxima, de pendientes suaves y protegidas por el norte por el regato Xunceo. No se han hallado restos arqueológicos hasta el momento, aunque para el arqueólogo Alfonso Fanjul el lugar tiene un perfil y un aspecto muy similar a las motas o asentamientos castreños castellanos. En un reconocimiento que hicimos hace ya tiempo, nos llamó mucho la atención que su superficie esté parcialmente alterada, ya que en las laderas norte y oeste existió una pequeña cantera que, según vecinos de la zona, destruyó una pequeña cueva y una fuente. Por otra parte, la cima está cubierta por una docena aproximada de hoyos de saqueo que se deben, con toda seguridad, a los buscadores de tesoros que llegaron guiados por leyendas como las que nos contaron los propios vecinos de la zona; así, se cuenta que en este lugar había escondidos unas calderas y un toro de oro. Estas leyendas se hallan tan arraigadas que los vecinos de la zona dan más importancia a este lugar incluso que al propio Pico Castiello, llegándose a afirmar que los antiguos, o los moros, donde en realidad vivían era ahí abajo, en El Castro de Xunceo, en tanto que el Pico Castiello era tan sólo un refugio y un lugar de enterramiento. Ni mucho menos sostenemos que eso sea así, pero evidentemente, El Castro de Xunceo ha de ser tenido muy en cuenta de cara a cualquier intervención en la zona, siendo un reto para los investigadores determinar si el Pico Castiello y El Castro de Xunceo coincidieron habitados en la misma época o si corresponden a momentos distintos.

 (18) Por otra parte, al otro lado del Escañoriu, en las laderas del alto de Grandellana, existen varias cárcavas posiblemente relacionadas con antiguas explotaciones mineras de hierro, tal como revelarían topónimos del tipo Ferrería y Grovies. No sabemos de qué época datarían tales explotaciones, pero una relación con los pobladores del Pico Castiello sería bastante razonable, habida cuenta de la proximidad de estos lugares al castro y de la gran importancia que las explotaciones de hierro tuvieron en la economía de los castros hasta el punto de que la época castreña anterior a la dominación romana se conoce justamente como Edad del Hierro.

Estela funeraria de Molleda - Corvera de Asturias
datada en los siglos I-II d.C

- (19) Nos queda por hablar del hallazgo arqueológico más singular del Pico Castiello: lo que en medios académicos se corresponde con la estela antropomorfa de Molleda. Es una estela porque se trata de un monumento funerario, y decimos antropomorfa porque en griego este término significa con forma de hombre o persona.

 (20) Esta pieza se halló accidentalmente hacia 1950, cuando se excavaba una conducción de agua relacionada con la presa del Escañorio. Aparecieron entonces, enterradas a 80 cm. de profundidad, no una, sino dos estelas de piedra arenisca, que fueron recogidas por Ramón Barrera, capataz de la obra, que las tuvo varios años colocadas bajo su hórreo. Sin duda alguna, las dos estelas procedían del cementerio o necrópolis que tuviera el asentamiento del Pico Castiello. Lo que desconocemos es si dicho cementerio estuvo exactamente en el lugar donde aparecieron ambas piezas o si estuvo situado más arriba, de donde las estelas se habrían caído o desplazado.

Como quiera que sea, las dos estelas eran antropomorfas, esto es, con forma humana. La más sencilla era simplemente una pieza de piedra redonda y con forma de cabeza, y contaba 20 cm. de diámetro, pero acabó siendo destruida por descuido, no sé si por jugar con ella unos críos o algo parecido.

La otra es la que conocemos hoy en el Museo Arqueológico de Oviedo. Mide 40 cm. de altura, 20 de anchura y 12 de grosor. Su inscripción latina apunta a la época romana, quizá siglo I o II de nuestra era. Y tal como podemos ver, la pieza consta de dos partes:

 (21) Una cabeza circular, enmarcada por una orla, en la que aparecen claramente grabados dos ojos semicirculares, con sus pupilas, una nariz triangular y la boca, bajo la cual hay seis o siete puntos de difícil interpretación, aunque Diego Santos haya propuesto que pudieran simbolizar los dientes o, mejor, una barba. Salvo ese detalle, es imposible determinar si este rostro humano es masculino o femenino.

 (22) Debajo de la cabeza tenemos un cuerpo rectangular que contiene una inscripción funeraria en latín, muy desgastada, donde podemos leer con cierta dificultad y en un latín defectuoso y con bastantes abreviaturas lo siguiente: “DIBVS M-/ANIBUS (es decir, dedicada a los Dioses Manes, los dioses romanos de los muertos), A (tal vez de sacrum, consagrado, es decir consagrado a los dioses antes citados), ARVS VI F. (que sería Arus, Vinici filius, es decir, Arus, hijo de Vinicus), VINCIAN-VM (que significa de los Vincianos, nombre de la gentilidad o tribu) y LXV, es decir, 65 en números romanos, que serían los años de Arus en el momento de fallecer.
Quedémonos con esta palabra, Vincianum, es decir, Vincianos, que sería como se denominaba el grupo social al que pertenecía el difunto, es decir, los pobladores del Pico Castiello. De esta manera, los vincianos habrían sido los primeros molledanos. Y dentro de esos Vincianos, este Arus, hijo de Vinicus, sería sin duda un personaje importante como para poder costearse un monumento funerario esculpido y además con inscripción, algo fuera del alcance para la mayoría de la población de entonces.
Más abajo de la cartela hay posiblemente algunas letras borrosas, seguramente añadidas posteriormente pero imposibles de descifrar.

 (23) Y hablando de descifrar, hay una cuestión muy importante por determinar que es el significado que pueda tener la forma humana de este elemento. Se ha querido incluir la estela de Molleda en un pequeño grupo de una decena de estelas romanas halladas en Asturias que tendrían también carácter antropomorfo. En todo caso, la de Molleda es la que tiene unos rasgos humanos más acentuados, a los que sólo se acercan más o menos los de las estelas de Selorio en Villaviciosa y El Forniellu en Ribadesella.

 (24) Más esquemáticas son la estela de Beleño en Ponga y La Lloraza en Villaviciosa, donde sólo el perfil externo recuerda a la figura humana. (25) Y más abstractas aún son otra estela de El Forniellu, la estela de La Lloraza en Villaviciosa y la de Labra en Cangas de Onís, con unos bultos que se han interpretado como representaciones de senos femeninos y de culto a la fertilidad.

 (26) Por lo demás, el carácter antropomorfo de las estelas de Borines en Piloña y Cofiño en Parres se reduce a unos símbolos grabados que pudieran aludir al cabello humano o a una cara

 (27) Algunos autores relacionan el aspecto más o menos humano de estas estelas a ritos anteriores a la llegada de los romanos, a pesar de que la lengua latina en que se escribieron sus inscripciones y las dedicatorias a los dioses manes son rasgos plenamente romanos. Por otra parte, los romanos tenían la tradición de elaborar máscaras de cera sobre los rostros de los difuntos para conservar así su retrato. Así, ¿pretende ser la estela de Molleda un retrato del difunto Arus?. Otros autores como Fernando Marín sugieren que las estelas antropomorfas se conciben como receptáculos simbólicos para recibir el espíritu del individuo fallecido, en tanto que para Julio Mangas, la forma humana de la estela no pretende rememorar al difunto, sino a los mismísimos dioses de los muertos, en este caso los dioses manes, o a una especie de gran Diosa Madre.

 (28) Ya para terminar, recapitularemos repasando algunas conclusiones. No sabemos si el origen del castro de Pico Castiello podría remontarse a la Edad del Hierro, es decir, a la época prerromana, cuestión que sólo podría aclarar la pertinente excavación arqueológica. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es que el lugar estuvo poblado bajo los romanos, como prueban los indicios de cerámica sigillata, teja romana y la estela antropomorfa. Los atractivos de un proyecto arqueológico están en los claros restos de muralla, que hacen presagiar la existencia de cimientos bien conservados bajo los escombros, y también en la complejidad del asentamiento, pues no se trata sólo del Pico Castiello, sino también del Pico Álvaro y de El Castro de Xunceo. De la calidad e importancia de los hallazgos que pudieran llevarse a cabo también podría ser un adelanto, un aviso, nuestra estela antropomorfa. Son demasiados indicios como para permitir que se pierdan irremisiblemente bajo los fastuosos proyectos de autovías que amenazan el Escañoriu y, con él, el principal yacimiento arqueológico de Corvera.

Muchas gracias.

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